top of page

Retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar. Zaragoza, una verdadera joya renacentista. Damián Forment.


Catedral-basílica de Nuestra Señora del Pilar. Zaragoza.


La catedral-basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza es uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca en España. En su interior podemos admirar una de las obras más importantes del escultor renacentista Damián Forment: el retablo mayor.


En lo que respecta a este gran maestro escultor, decir que su origen sigue siendo una incógnita, ya que para algunos autores su nacimiento se produjo en Valencia, en cambio para otros lo hizo en Alcorisa (Teruel), lugar de donde parece ser, procedía su familia. En definitiva estamos ante un magnífico escultor que aunque ni nació ni murió en Aragón (Santo Domingo de la Calzada), su vida y obra estuvieron muy ligadas a esta tierra, y es considerado uno de los máximos exponentes de la escultura renacentista aragonesa. Sobre la biografía del insigne maestro os remito a los trabajos ya realizados sobre los retablos de san Miguel de los Navarros, catedral de Huesca, etc. (ver la bibliografía).


El retablo que vamos a comentar está situado en la parte central de la basílica, esculpido en alabastro de la localidad de Escatrón, y bajo la advocación de la Asunción de Nuestra Señora.


Retablo mayor.


Una vez realizado el templo gótico dedicado a santa María, tras el incendio del año 1434-1435 que destruyó la primitiva capilla de la Virgen, el cabildo pensó en adornar dicho templo con un retablo mayor, tras varios años de discusiones y búsqueda de donativos para sufragar la obra, se eligió el proyecto del escultor Miguel Gilbert, conociéndose poca cosa de la vida de este artífice. El retablo se comenzó el 6 de abril de 1454, abriendo el maestro taller en el llamado "granero de la Pabostría" para realizar el encargo, pero su repentina muerte, el 10 de noviembre de ese mismo año, paralizó una obra que apenas había comenzado. Se cree que este maestro no realizó ninguna escena, pero sí se tiene la certeza de que posteriormente, se respetó la primitiva traza, en cuanto a distribución y a las escenas que en él podemos observar.


El tiempo pasó y no será hasta el año 1509, fecha en la que se comenzó a tratar con el escultor valenciano Damián Forment, al que el cabildo encargó, ante el notario Miguel de Villanueva: "un pie de alabastro con todas las imágenes, mazonería, puerta y pilares, tan bueno y mejor que el Asseu (que el de La Seo)". Realizándose siete historias, como constaba en el proyecto inicial, sustituyendo solo las cabezas de "santa Ana y san Braulio, por hornacinas con Santiago y san Braulio de cuerpo entero ".


Forment se comprometió a realizar este retablo, en alabastro de Escatrón, por espacio de tres años, recibiendo a cambio la suma de mil ciento cincuenta ducados de oro, una vez terminada la obra. Para pagar esta cantidad se organizó una suscripción popular, constando la aportación de Fernando el Católico y su segunda esposa, doña Germana de Foix; la reina Juana I y su esposo Felipe el Hermoso; doña Beatriz de Lanuza y Pimentel, viuda del virrey de Aragón Juan de Lanuza; y numerosos zaragozanos que contribuyeron con sus donativos.


Retablo mayor del Pilar.


Al terminar el sotabanco en 1511, el cabildo le encargó el resto del retablo, por precio de tres mil doscientos ducados de oro: "los tres mil pagua el capital, y los 200 pagua Moss. Domingo Agustín y yo Juan de Alvenda"; y en la capitulación se establecía que lo tenía que hacer "dentro de siete años, y la pagua dentro de ocho: le ha de hacer polseras de fusta y el resto de alabastro ".


El retablo se terminó de montar a finales del mes de abril de 1518, excepto los guardapolvos, adelantándose el maestro Forment un año al plazo acordado con el cabildo. En el año 1718 se trasladó al nuevo templo barroco, colocando el Santísimo con una procesión, una vez que estuvo instalado, el 11 de octubre.


Para la realización de este segundo cuerpo Forment talló las cabezas y manos de los personajes de las escenas principales, por ello tuvo que echar mano de otros artistas, entre ellos los mazoneros Urrutia y Miguel Arabe, el fustero Juan de Bierto y los imagineros Lucas Giraldo, Pedro Muñoz, Juan de Lorena, Sebastián Jiménez, Juan de Ladernain y Juan de Salas, también colaboraron: Francisco de Troya, Martín Jordán, Juan de Callurúa, Juan de Segura y Juan de Lizalde, asentándose el retablo a final del mes de abril del año 1518, excepto el guardapolvos.


Retablo mayor.


Estamos ante un retablo de alabastro policromado y dorado (sotabanco y banco); de alabastro en su color (cuerpo del retablo); y de madera sobre dorada (guardapolvos).


El retablo consta de dos partes, el sotabanco y el cuerpo principal del retablo, distribuido en tres calles, rompiendo la estructura tradicional de cuerpos por la disposición de doseletes de inspiración gótica. Todo rodeado por un ornamentado guardapolvo o polsera.


Las polseras o guardapolvos las subcontrató Forment con el entallador zaragozano Miguel de Arabe, quien los realizó, así como los doseletes, los elementos ornamentales que centran las historias, y los tabernáculos de la parte superior de las escenas laterales. También se acordó que sería Arabe quien asentaría la obra del retablo, recibiendo por todo ello la cantidad de once mil quinientos sueldos jaqueses, al que ayudarían Juan Callurua y Juan de Lizalde, aprendices de Forment.


Al morir Arabe en 1517, se contrató a Juan de Segura, para terminar el conjunto, asentando el retablo definitivamente el 2 de mayo de 1518, Juan Bierto.


Sotabanco.


En el sotabanco Forment introdujo las novedades del nuevo estilo procedente de Italia, relacionado con la recuperación de la antigüedad clásica, lo que en la época se conocía como estilo "a lo romano", y nosotros como renacentista.


El nuevo estilo lo encontramos tanto en la ornamentación como en la estructura, ya que Forment rompe con el sistema tradicional de los retablos aragoneses. Forment dividió el basamento en dos partes superpuestas, y flanqueándolo dos hornacinas en las que colocó las figuras de cuerpo entero de san Braulio, a la derecha, cuyos restos se conservan bajo el altar; y Santiago Apóstol, a la izquierda.


Sotabanco.


Formado por un primer cuerpo, con motivos heráldicos, sostenidos por ángeles con el pilar coronado, y las cabezas de Forment y de su esposa doña Jerónima Alboreda, colocadas en sendos medallones, flanqueando el panel principal del sotabanco.


En los retratos de ambos se observa la mano del maestro, no así en los ángeles, que podrían haber sido realizados por Miguel de Arube.


El repertorio decorativo es totalmente nuevo, "a la romana", formado por guirnaldas, bucráneos, putti, tarjetas, mascarones, etc. Estos motivos muestran una de las primeras muestras del renacimiento en Aragón y muy similares a los utilizados en el protorrenacimiento español.


Medallón de Jerónima Alboreda.


A Jerónima Alboreda se le representa con la cabeza cubierta por una toca, destacando sus virtudes como esposa, así como sus virtudes simbolizadas por las ramas y hojas de rosal; y una inscripción: "Ecce mulier magna Ster, quia opus fecit".


Medallón de Damián Forment.


En el centro del sotabanco se colocó una lápida rectangular que no se ve debido al altar que la oculta, junto a ella el medallón con la cabeza de Forment.


El autorretrato del maestro es un culto a la fama, está representado con una edad próxima a los treinta años, con un tocado típico de la época, gorra y cofia de red que envuelve el cabello (se puso de moda hacia 1520). También ha esculpido las herramientas de su oficio: el mazo y el cincel, anudados a unas cuerdas que cuelgan de dos argollas, y adornado con espigas de trigo (su apellido significa trigo).


Portada lateral izquierda. Santiago.


Flanqueando estas escenas marianas, dos hornacinas aveneradas y rematadas por arcos conopiales góticos, con Santiago y san Braulio, que ya hemos visto que sustituyeron a las originarias en el proyecto, de santa Ana y san Braulio.


En ellas podemos ver la decoración renacentista a base de guirnaldas y cabezas de carnero colgantes, situadas en la parte inferior, símbolos del sacrificio relacionado con la muerte de Cristo.


A Santiago se le ha representado con el atuendo de peregrino, vestido con una túnica ceñida en la cintura con un cordón, del que penden la calabaza y el zurrón, sobre ella la capa y en la espalda el sombrero de peregrino, portando en su mano izquierda el bordón o bastón.


Portada lateral derecha. San Braulio.


San Braulio fue uno de los intelectuales más destacados de la España visigoda. Discípulo y amigo de san Isidoro de Sevilla, fue obispo de Zaragoza desde 631 a 651, año de su muerte. Sus restos se conservan en la mesa altar del retablo que estamos comentando. El 26 de marzo puede contemplarse su sepulcro iluminado, ya que en ese día retiran los manteles que lo ocultan.


Se le representa con las vestimentas eclesiásticas de su cargo.


Predela.


En el segundo cuerpo del sotabanco o predela, encontramos las escenas marianas. Es en la única parte que aún se conserva la policromía, dispuestas en amplias hornacinas terminadas de forma avenerada, de raíz renacentista, coronadas por doseletes gótico-flamígeros. Forment consigue unir "dos lenguajes artísticos distintos, el del Renacimiento con las veneras adornadas de grutescos pintados y el del Gótico flamígero, con los doseletes y el ornato de las enjutas de la arcada".


De izquierda a derecha y separadas por pilarcillos góticos con esculturas de santos sobre peanas: Encuentro en el Puerta Dorada; Anunciación; Visitación; Adoración de los pastores; Adoración de los magos; Cristo descendido; y Resurrección. Son siete escenas separadas por doseletes ojivales y pilastras con pequeñas imágenes sobre ménsulas y bajo doseletes calados, como ya hemos comentado. Todas las escenas están inspiradas en grabados de Durero, conjugadas "con modelos italianos de los Hernandos" (pintores españoles (Fernando Yañez de Almedina y Hernando de Llanos, máximos exponentes del renacimiento en España). Destacando el virtuosismo de la talla.


Abrazo ante la Puerta Dorada.


El abrazo ante la Puerta Dorada de Jerusalén forma parte del ciclo de la vida de la Virgen y es la representación de la concepción milagrosa de María en el seno de santa Ana. Es un tema apócrifo narrado en el Protoevangelio de Santiago, en el Pseudo Mateo y en la Leyenda Dorada.


Según los textos, Joaquín y Ana eran personas ya de edad y no habían podido concebir un hijo, por ese motivo Joaquín fue expulsado del templo y se retiró al desierto. Santa Ana recibió la visita de un ángel que le comunicó que iba a ser madre. Ana salió a recibir a su marido y se abrazaron delante de la Puerta Dorada de Jerusalén (Sha¨ar Harahamim), y allí santa Ana quedó embarazada.


En la escena se refleja ese instante, ambos centran la escena delante de la Puerta Dorada, flanqueados por varios personajes, dos pastores, y una doncella, y uniendo a las dos figuras principales, un ángel mancebo.


Anunciación.


La segunda escena es la Anunciación, uno de los temas más repetidos en la iconografía cristiana. María está en su casa de Nazareth (como narran los evangelios apócrifos), sentada leyendo un libro. Sorprendida le encuentra el arcangel san Gabriel, situado a su derecha, que arrodillado y portando una filacteria con la inscripción: "Ave María gracia plena, le dijo: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”, así como un ramo de azucenas, símbolo de pureza. En la representación se reflejan dos partes, la superior o parte celestial, con una Gloria con el Padre Eterno con ángeles y querubines y el Espíritu Santo, que contemplan el episodio; y la parte terrenal, en la alcoba, con María y el arcángel san Gabriel.


En la escena vemos muchos detalles naturalistas, el enrejado del fondo, el paño dorado del trono colgado de unas anillas, muy de moda en esa época en las casas españolas. También el cestillo de costura que utilizaba María para hacer el velo para el templo del Señor, según consta en los textos apócrifos.


Visitación.


la Visitación de María a su prima Santa Isabel, solo se nombra en el evangelio de san Lucas (Lucas 1:39-56). En el pasaje se relata la visita realizada por la Virgen María, embarazada de Jesús, a su prima santa Isabel, embarazada, a su vez, de san Juan Bautista. La escena se representa con las dos figuras femeninas en el centro, fundidas en un abrazo: "En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno..."


Se recrea una ciudad medieval sobre un montículo, y es curioso ver a los pájaros dorados volando. En la escena ambas primas se acercan para saludarse, flanqueadas por san José y Zacarías, que contemplan la escena, al igual que una joven que se encuentra tras la Virgen.


Adoración de los pastores.


La Natividad es el inicio del "Ciclo de la Infancia de Jesús", dentro del Nuevo Testamento ese pasaje solo aparece en el Evangelio de Mateo, y en el de Lucas. Ambos coinciden que nació en Belén, a pesar de que José y María vivían en Nazareth. Lucas afirma que nació en un pesebre, ya que no encontraron alojamiento, motivo por el cual se mantuvo que nació en un establo y que fue colocado en un pesebre. En lo que respecta a la adoración de los pastores, el único que lo recoge es san Lucas.


Aparecen el Niño recién nacido, la Virgen en actitud de orar y los pastores adorándolo, mientras en el techo del pesebre hay unos angelotes portando una filacteria. En la escena aparecen muchos pequeños detalles: al fondo de la escena el escultor ha esculpido las herramientas para trabajar la madera, con la sierra de dos brazos enganchada a un clavo, junto al arco; y otros útiles dentro de un capazo de esparto colgado en la pared.


Otro detalle curioso es en el tejado de paja, colocó un nido con huevos vigilado por un pájaro; y en el tronco, otros dos aves posadas. A la derecha del tejado, un ángel les da la noticia del nacimiento a los pastores.


En la parte inferior se desarrolla la escena principal, en el gran arco hay una golondrina anidando, clara alusión a la Encarnación de Cristo. También vemos una lagartija, son detalles que dan una visión realista a la escena. El personaje principal es María, que observa al Niño que descansa en el suelo sobre un lecho improvisado, está acompañada de san José y los pastores que llevan instrumentos musicales, un rabelico, flautas de caña y un cuerno en la cintura.


Epifanía.


Se representa la escena, siguiendo el relato del Evangelio de San Mateo: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Evangelio de Mateo (2, 11), versión Reina-Valera, 1960.


La Virgen, que ocupa el centro de la composición, tiene sobre sus rodillas al Niño, que se vuelve hacia su madre y le tira del velo que le cubre los hombros, mientras el rey Melchor acaricia el pie de Jesús y le ofrece su respeto; a la izquierda, uno de los reyes con turbante y aspecto oriental; y a la derecha San José, contemplando la escena y colocando su mano izquierda sobre el hombro de la Virgen; a su lado el tercer rey, un joven imberbe que porta un presente para el Niño. En la parte posterior superior está representado el séquito de los Magos.


La Piedad.


Desde mediados del siglo XV hasta el siglo XVI, en la iconografía cristiana, aparece una predilección por representar el tema del Entierro de Cristo, o el llanto o lamentaciones sobre el cuerpo de Cristo; en cierto modo derivado del "Threnos" bizantino o llanto de la Virgen ante su hijo muerto, acompañada por los diversos personajes.


El tema es muy emotivo, fruto de la piedad popular. La escena no aparece en los Evangelios, solo se nombra a un rico discípulo de Jesús, llamado Nicodemo, que reclamó su cuerpo para darle sepultura. Si, encontramos referencias a este hecho, en textos devocionales, como en las Meditationes Vitae Christi, atribuidas al Pseudo Buenaventura. En el capítulo 81 se lee: "Cuando se le quitaron los clavos de los pies, José de Arimatea lo descendió; todos rodearon el cuerpo del Señor y lo pusieron en tierra. Nuestra Señora cogió su cabeza contra su seno, y Magdalena a sus pies..." En resumen este tema, desconocido en el arte cristiano primitivo, es una creación de la imaginación mística que surgió en el siglo XII, eclosionando a principios del siglo XIV, junto con otros temas como la Virgen de la Piedad y del Varón de Dolores, gozando de gran popularidad durante el barroco, por su perfecta adaptación a las normas emanadas del Concilio de Trento encaminadas a mover a la devoción y despertar la piedad entre los fieles.


En la escena se advierte un gran realismo, aparece Cristo siendo bajado de la cruz, recogiéndolo las mujeres, acompañadas de san Juan, Nicodemo y otro personaje. El cuerpo inerme de Cristo descansa sobre el regazo de la Magdalena, mientras María, desolada, coge el brazo izquierdo de su hijo. San Juan, a la derecha de María, dirige su mirada hacia la izquierda, reflejando un profundo dolor en su rostro. Al fondo, la cruz, y Nicodemo que contempla apesadumbrado la escena, acompañado de un personaje barbado, que pudiera ser José de Arimatea.


La escena refleja gran realismo dramático, sin embargo, la imagen de Jesús, "peca de robustez".


La Resurrección.


El pasaje como tal, no está contemplado en ningún texto, pero sí se refiere san Lucas 24.1-12 al hecho: "el primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Al llegar, se encontrarn con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. Entraron, pero no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor. Estaban aún desconcertadas...cuando se les presentaron dos hombres vestidos con ropas resplandecientes..., les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado"...; también lo encontramos en Mc 16-1-8; y en Jn 20-1-10.


En la escena se ha esculpido a Cristo triunfante sobre el sepulcro, mostrando sus heridas, mientras los soldados unos duermen y otro se sorprende por la presencia de Jesús. Al fondo, a la derecha, se ve a las tres Marías camino del sepulcro, y en la parte superior dos ángeles flanqueando a Cristo.


Contemplando este pasaje se cree que es labor de taller.


Cuerpo central.


Tras una cornisa corrida de influencia gótica, de acuerdo con el modelo del retablo de La Seo, vemos el cuerpo principal del retablo, enmarcado por motivos vegetales y dividido en tres grandes escenas, como si fuera un gran tríptico, separadas por pilastras cubiertas de tracerías, pináculos, doseletes. de tradición gótica. Todo el retablo está rodeado por una gran pulsera o guardapolvo de madera, muy ornamentado, obra de Miguel de Arube. Destacan los ángeles que sostienen el escudo capitular del Pilar, al igual que en la parte superior del retablo.


Las tres escenas del cuerpo se protegen con magníficos doseles calados de influencia gótica, en donde se colocan, en dos niveles, imágenes de diverso tamaño sobre peanas (santas, profetas, santos, virtudes).


Todo el conjunto se enmarca por cuatro pilares góticos en los que se colocaron magníficas esculturas (evangelistas y santos).


Las esculturas que son de gran tamaño y pensadas para verlas desde abajo, presentan gran naturalismo, con personajes individualizados, vestidos con paños voluminosos.


Asunción de María.


En el centro se representa una monumental Asunción de la Virgen, rodeada por los apóstoles, a la que está dedicado el retablo. Consta de dos partes diferenciadas: la parte inferior, magnífica, que representa la zona terrenal, en la que están representados los apóstoles rodeando el sepulcro vacío de la Virgen. Y la parte superior, la celestial, en donde podemos contemplar a la Virgen que ayudada por dos ángeles sube hacia el cielo, donde se encuentran el Padre Eterno y el Espíritu Santo, rodeados de ángeles y querubines.


Son grandes figuras que llegan a medir 2,70 metros de altura. En esta escena, María se eleva sobre los apóstoles, que rodean el sepulcro, acompañada por un coro de ángeles mancebos y querubines. Está en actitud de oración, con las manos juntas y elevando su mirada hacia lo alto, viste túnica y manto que es sostenido por dos ángeles que la flanquean y la elevan hacia el cielo.


En la escena destaca la figura de Santiago peregrino, que dirige su mirada hacia la escena de la derecha.


El dogma de la Asunción sostiene que María fue asunta al cielo, no por sus propias fuerzas, sino por obra de Dios; este dogma fue proclamado por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950. Esta afirmación no se menciona en la Biblia, pero tiene su origen en los textos apócrifos conocidos como literatura asuncionista, entre ellos el Liber Requiei Mariae, el six books dormitios apocryphon, el Libro del Tránsito, datados en los siglos IV-V; pero el más difundido fue el libro de san Juan Evangelista el Teólogo que describió el tránsito de María al cielo: "Entonces un resplandor más fuerte que la luz nimbó la faz de la madre del Señor y ella se levantó y fue bendiciendo con su propia mano a cada uno de los apóstoles. Y todos dieron gloria a Dios. Y el Señor, después de extender sus puras manos, recibió su alma santa e inmaculada".


Expositor.


Sobre la escena central se abre el expositor, óvalo de cristal, muy típico de los retablos aragoneses del siglo XVI (en los de las iglesias de san Pablo, san Miguel de los Navarros de Zaragoza; el de La Seo se le añadió en el XVI).


El expositor está rodeado de querubines y de ángeles músicos, unos tañendo el laúd, otros la viola de gamba, la mandora y la vihuela de mano, símbolos de la música culta; y coronándose todo con el busto del Padre Eterno que porta en su pecho al Espíritu Santo. Los ángeles representados van ataviados con vestidos renacentistas y están inspirados en modelos de Paolo de san Leocadio y Francesco Pagano.


La función de este óculo era exponer el Santísimo Sacramento; detrás existía una capilla-sagrario, que no se conserva.


Calle de la derecha. Nacimiento de la Virgen.


Esta escena está inspirada en una estampa de Ghirlandaio, y es la más renacentista de las tres escenas centrales.


Nacimiento de la Virgen.


En el lado derecho del dormitorio vemos piezas cotidianas de una sala, alrededor del lecho se representa una Gloria, ya que según tradición una serie de ángeles descendieron del cielo para celebrar el nacimiento de María, entonando cánticos en su honor.


La recién nacida está envuelta en pañales, mientras todo lo utilizado para el nacimiento permanece en la sala, la escudilla sobre un taburete, el almirez, la olla al fuego, o el brasero con ruedas de formas góticas para calentar la estancia. Mientras santa Ana, postrada en el lecho, recibe la atención de una sirvienta, que le lleva un huevo pasado por agua y una rosquilla grande. Todo con un tratamiento muy realista, como podemos ver en el gato que con su pata levanta la tapadera de la olla o el perrito que contempla la escena.


Calle de la izquierda. Presentación en el templo.


la Presentación del Niño en el Templo de Jerusalén solo está contenida en el Evangelio de san Lucas (2, 22-35). En el que relata que María y José llevaron a Jesús al templo, según la costumbre, ofreciendo como sacrificio dos tórtolas: "Y cumplidos los días de su purificación según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está mandado en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor; y para presentar como ofrenda un par de tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la Ley del Señor".​ (Lucas 2:22), en el templo se encontraba Simeón, que tenía fama de hombre justo, cuando los vió tomó al Niño en sus brazos y lo bendijo. También se narra que la profetisa Ana, que vivía en el templo se acercó a ellos.


Presentación en el templo.


La escena se desarrolla en el templo, representado como un edificio con elementos góticos y renacentistas, aparece el sacerdote Simeón, revestido y portando una tiara, sosteniendo entre sus manos, y sobre un paño, el cuerpo de Jesús. Su cabeza es poderosa, demostrando firmeza. Lleva largas barbas, está rodeado por una María muy bella, por san José, san Joaquín, santa Ana y una figura masculina que se encuentra detrás de la Virgen, para compensar la escena; y al lado de santa Ana, pudiera ser la profetisa Ana.


Guardapolvo.


En el año 1515, ya hemos comentado, que Forment subcontrató con el tallista Miguel de Arabe, entallador zaragozano, las "pulseras del retablo", así como los doseletes y elementos ornamentales que centran las historias.


Decorado con motivos vegetales y de animales, reales y fantásticos enmarañados en la decoración vegetal (vides (símbolo del sacrificio de Cristo), hojas de roble, bellotas, el cardo, o la col rizada, rosal y la zarzamora (emblemas marianos), frutas, enredaderas, etc.). En cuanto a la fauna, se representan caracoles, liebres, aves, serpientes, lagartijas, palomas, lobos, leones. osos, jabalís, etc.). Y en lo que respecta a animales fantásticos: sirenas, dragones; y demonios y vicios. Todo en clave goticista.

En el guardapolvo destacan a ambos lados y en la parte superior, ángeles sosteniendo el escudo capitular del Pilar.


Para finalizar comentar que a finales de diciembre de 2022 se comenzó la limpieza de este magnífico retablo (ya se realizó otra limpieza en 1993), luciendo hoy en día en todo su esplendor.



En este retablo, tal y como comenta Carmen Morte "hay una perfecta convivencia de motivos sagrados y motivos profanos, un lenguaje figurativo del Renacimiento en las composiciones y estatuas, y una alta calidad en la ejecución de las piezas".


Aunque su traza está influida por la del retablo de La Seo, modelo que se le impuso al contratarlo, el retablo del Pilar "supuso la consagración, si no la introducción, de la plástica renacentista en Aragón, pasando a reemplazar como modelo al de La Seo".



Hasta aquí nuestro vuelo por el retablo mayor del Pilar, una verdadera joya renacentista. Espero qué os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.



BIBLIOGRAFÍA:


-MORTE, Carmen: El Pilar desconocido, Heraldo de Aragón.


-MORTE, Carmen: El retablo mayor del Pilar, Zaragoza, Ed. Gobierno de Aragón, 1995.


-MORTE GARCÍA, Carmen: Damián Forment: escultor del Renacimiento, Zaragoza, Caja Inmaculada, 2009.


-VV.AA.: el retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. Fundación Nueva Empresa-Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón, 1995.


-Las catedrales de Aragón, Zaragoza, C.A.Z.A.R., 1987, pp. 289-293.


-Damián Forment escultor renacentista. Zaragoza, Diputación de Zaragoza, 1996, pp.135-138.

-Actas del V Coloquio de Arte Aragonés, pp. 163-173...


-VV. AA.: Guía histórico artística de Zaragoza. Zaragoza. Excmo. Ayuntamiento, 2008.




-ROJO PUEYO, Sofía: El retablo expositor en Aragón: desde el Gótico final al Romanismo:






Commentaires


Artículos recomendados
bottom of page