El monasterio de san Juan de la Peña (Huesca), cuna del reino de Aragón.
El monasterio de san Juan de la Peña, situado en Botaya, al suroeste de Jaca, está enclavado bajo una gran roca, y es uno de los símbolos históricos del reino de Aragón. Ubicado en la cara norte de la sierra del mismo nombre, una de las sierras exteriores del Pirineo Central, san Juan de la Peña se asienta en un enclave de gran belleza al pie del Camino de Santiago, en el "Espacio Natural Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel", cercano a la ciudad de Jaca. Su origen se remonta al siglo X. En el año 920 el conde Galindo Aznárez II conquistó las tierras del sur del río Aragón, llegando hasta la sierra de san Juan de la Peña, fundando un monasterio dedicado a los santos Julián y Basilisa, del que se conserva la iglesia mozárabe o iglesia baja.
Aunque no faltan relatos legendarios que atribuyen su origen a un milagroso episodio acaecido en el siglo VIII, en el que un joven zaragozano llamado Voto, persiguiendo a un ciervo, se precipitó con su caballo por la montaña, e invocando a san Juan, salvó milagrosamente la vida, descubriendo en una cueva el cuerpo del eremita Juan de Atarés, noble aragonés que decidió dejar sus lujos y vivir en la cueva donde fue encontrado por el joven Voto. Este hecho hizo que Voto abandonara la vida mundana y, junto a su hermano Félix, se convirtió en ermitaño, estableciéndose en este lugar.
En el siglo XI, bajo el reinado de Sancho el Mayor de Navarra, se amplió, introduciendo la regla benedictina e instalándose en él monjes llegados del monasterio francés de Cluny. El monasterio se llamó desde entonces Monasterio de san Juan de la Peña, aludiendo a su peculiar emplazamiento. Años más tarde, en 1071, el monarca (segundo rey de Aragón) Sancho Ramírez lo amplió. Erigió un segundo nivel (iglesia alta) e introdujo, por primera vez en la Península Ibérica, el rito romano en perjuicio de la liturgia hispano visigoda, hasta ese momento imperante, convirtiéndose en uno de los monasterios más importantes del reino, en panteón de los reyes de Aragón y de Navarra; y en uno de los centros de peregrinaje en la vía procedente de Francia del Camino de Santiago.
A finales del siglo XII y en el XIII el monasterio fue decayendo, motivado por la falta de benefactores y las malas condiciones del edificio. En el siglo XV se construyó la capilla gótica de san Victorián. Pero el monasterio había perdido su poder, desplazándose la influencia y el poder político hacia el valle del Ebro, pasando a ser Veruela, Poblet, Rueda o Piedra, los monasterios predilectos de los reyes.
En el siglo XVI el abandono es un hecho, agravándose cuando el papa Pío V separó la diócesis de Huesca de la de Jaca. Otro duro golpe fue el grave incendio de 1675 que provocó la destrucción del refectorio, la hospedería y el archivo de los documentos. El monasterio quedó en un lamentable estado, por lo que la comunidad se vio obligada a levantar un nuevo cenobio en la parte superior, en la llamada Pradera de san Indalecio, al que se trasladó la comunidad en septiembre de 1682.
Tras la invasión francesa y la Desamortización de 1836, fueron abandonados ambos monasterios, los cuales fueron declarados Monumentos Nacionales en 1889 y 1923, pasando a ser restaurados en el siglo XX por el arquitecto Ricardo Magdalena, y posteriormente por el arquitecto Ramón Bescós. Finalmente en 2012 se restauró el Panteón de los Nobles y las pinturas murales de la iglesia baja; y en 2022, las arquerías del claustro y los capiteles.
El Real monasterio de san Juan de la Peña presenta varias estancias superpuestas construidas en diferentes épocas, entre las que destacan la iglesia prerrománica o iglesia baja; la sala del Concilio; el panteón de nobles; la iglesia alta y su claustro románico; el panteón real, neoclásico; y las capillas de san Victorián, de estilo gótico tardío; y la de san Voto y Félix, en estilo barroco.
Entramos en el monasterio por una sencilla portada, y a través de unas escaleras accedemos a la llamada Sala del Concilio, contigua a la iglesia inferior. Su denominación parte de que en ella se dijo que se había celebrado un concilio a mediados del siglo XI, en tiempos del rey Ramiro I (1057), hecho del que no se tiene constancia.
Fue construida en tiempos de Sancho el Mayor, al mismo tiempo que se ampliaba la iglesia baja o mozárabe.
Es una amplia estancia, destinada a albergar los dormitorios de los monjes. Tiene acceso desde el exterior a través de unas escaleras, como ya hemos comentado, y se ilumina por medio de vanos aspillerados situados en el muro de los pies.
Tiene planta trapezoidal, divida en cuatro tramos separados por arcos rebajados y cubiertos con bóvedas independientes de cañón que apean en tres pilares centrales de planta cruciforme. En origen se cubría con madera, siendo sustituida por las bóvedas de piedra a finales del siglo XI (las bóvedas actuales son del siglo XV).
Al fondo de esta sala se abre un vano que comunica con la iglesia baja o mozárabe.
Iglesia bajo la advocación de los santos Julián y Basilisa, es la zona más antigua del cenobio pinatense, remontándose su consagración al año 920. Como curiosidad, la iglesia no tiene la tradicional orientación canónica de los templos cristianos peninsulares, ya que se adapta al terreno en la que fue construida, orientándose hacia el sudeste.
En este muro se abren dos pequeños ventanales aspillerados.
La iglesia está formada por dos idénticas naves muy cortas, que terminan en ábsides rectangulares, excavados en la roca viva, a los que se accede a través de arcos rebajados de "estilo mozárabe alto-aragonés". Su doble cabecera, según García Omedes, obedece a que "en origen el monasterio era dúplice, formado por sendas comunidades de monjes y "sorores" como llamaban a las monjas en Aragón". Así fue hasta 1024, año en el que las monjas se bajaron al monasterio de santa Cruz de la Seros, muy cerca del monasterio pinatense.
Unas escaleras dividen la primitiva iglesia del siglo X, con la parte sur, que fue añadida posteriormente.
Las naves están separadas por arcos de herradura que apean en una pequeña columna. En la nave lateral izquierda se abre un vano que actualmente comunica con la sala del Concilio o antiguos dormitorios.
Las cabeceras se abren en arco de medio punto dovelado y rebajado, cuya estructura "evoca a los arcos de herradura".
En las capillas absidiales vemos restos de pintura al fresco, posiblemente del siglo XII. En el lado del Evangelio se representan escenas de la exaltación de la cruz (para Gómez Moreno), y de la vida y martirio de los santos Cosme y Damián, en presencia del prefecto Lisias, sometidos a la prueba de fuego que les proporcionan cuatro verdugos; y en el intradós de los arcos triunfales, motivos geométricos.
En general se considera que estas pinturas representan el martirio de estos hermanos, Cosme y Damián, que fueron martirizados por el tirano gobernador de Cilicia (actual Turquía), Lisias, quien ordenó quemarlos, crucificarlos, y finalmente decapitarlos. Las pinturas nos muestran los martirios por los que pasaron ambos santos, con inscripciones que lo corroboran.
Para algunos historiadores estas pinturas están relacionadas con el taller del Panteón de san Isidoro de León. Lamentablemente solo se conservan algunos restos en el lado del Evangelio, la pintura en el lado de la Epístola ha desaparecido casi completamente.
En el suelo vemos cinco laudas sepulcrales pertenecientes a varios abades del monasterio: Briz Martínez, Pedro de Santa Fe, José Ferrer, F. Benito de Lanuza y Francisco Blasco de Lanuza.
A través de una ancha escalera se accede a la segunda planta. Escalera construida en 1301 por el abad don Pedro de Setzera, según consta en una lápida: "Don Pedro de Setzera, abad de este lugar, mandó construir esta escalera de piedra en 1301. Y tu fiel quienquiera que seas que subes y bajas por esta escalera, ruega por él y di devotamente un Padre Nuestro y Ave María con Requiem Eternam".
La escalera del abad de Setzera da acceso a un atrio de planta cuadrada descubierto. En el muro izquierdo hay dos filas de 22 sepulcros con arquivoltas sostenidas por figuritas, separados por una imposta. En la parte superior son doce nichos, mientras que en la inferior son diez, todos ellos protegidos por una imposta decorada con ajedrezado jaqués, los de la parte superior; mientras los de la parte inferior desaparece el ajedrezado y se decora con bolas.
En él encontramos los enterramientos de nobles de Aragón y Pamplona, de los siglos XI-XII. Tras este muro se ubica el panteón real, al que se accede por el lado izquierdo de la iglesia superior.
En la decoración de estas laudas encontramos, grifos, crismones trinitarios, cruces de Íñigo Arista, alguna representación figurativa, y el escudo de los Abarca de Garcipollera.
En ella se representa el alma del difunto rodeado por una mandorla sostenida por dos ángeles, en la parte inferior el cortejo funerario, y en el centro dos grifos.
Lauda con un crismón trinitario de tipo oscense de ocho brazos, aro dentado. Roseta central de disco y letras carolinas. Compuesto por el aspa y la cruz (el Hijo y la Redención); la P (el Padre), de vano abierto; la S (el Espíritu Santo); Alfa (el inicio) de pico; y omega (el fin), recta; todo cerrado en un círculo (representando al Dios único).
El crismón está formado por las letras griegas X (ji) y P (rho), que son las dos primeras del nombre de Cristo en griego Koiné: Khristós, el ungido. También va acompañado por las letras a (alfa) y w (omega), la primera y la última del alfabeto griego, que representan a Cristo, principio y final de todo. En el siglo XI, y para luchar contra las herejías que suscitaba la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), se interpretó la P, como al Padre, añadiéndole a la parte inferior del brazo vertical del crismón, una S, alusión al Espíritu Santo, estos crismones se les conoce como "trinitarios". Fue con Sancho III el Mayor cuando se comenzó a utilizar estos crismones trinitarios, siendo con su hijo Ramiro I de Aragón cuando arraigó con más fuerza. Se considera el primer crismón trinitario el de la puerta de acceso a la cripta de santa Quiteria en la iglesia de san Pedro del castillo oscense de Loarre.
Criatura mitológica con cuerpo de león y cabeza de águila, aunque las representaciones de este animal fabuloso pueden encontrarse en Mesopotamia y en el Antiguo Egipto desde el año 3500 a.C., la tradición narrativa proviene de fuentes clásicas griegas.
Iñigo Arista fue el primer rey de Pamplona, y la cruz es uno de los símbolos del escudo de Aragón.
La Cruz de Íñigo Arista fue utilizada por primera vez en 1373, como blasón del Aragón antiguo, por el rey Pedro IV el Ceremonioso, quien envió un paño al monasterio de san Victorián, cerca de Aínsa, en Huesca, para cubrir la tumba de Íñigo Arista, antiguo rey de Pamplona, que según cuenta la leyenda, mientras luchaba contra los musulmanes una cruz de plata apareció sobre el cielo.
Don Pedro Abarca de Bolea, conde de Aranda y ministro del rey Carlos IV, fue el último noble en ser enterrado en este panteón, fallecido en Épila el 9 de enero de 1798 (aquí se conservaron sus restos hasta que fueron trasladados al Panteón de Hombres Ilustres de Madrid en 1855).
En frente del muro de los enterramientos, encontramos los restos de la vivienda del abad y otras dependencias monásticas, cocina, comedor, celdas y horno. Actualmente, parte de este espacio, se utiliza como museo del monasterio.
En la fotografía la llamada Masadería, estancia donde se cocía el pan. En ella encontramos tres sepulcros que corresponden a los tres reyes de Aragón que fueron enterrados en este monasterio, los reyes Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I.
La iglesia alta, a la que se accede a través del Panteón de Nobles, fue comenzada por el rey Sancho Ramírez, siendo bendecida el 4 de diciembre de 1094 ante el rey Pedro I (hijo del anterior), tal y como consta en la Colección Diplomática de Pedro I: "Fue dedicada esta iglesia de san Juan Bautista por Pedro, obispo de Jaca, Amado, arzobispo de Burdeos y Godofredo, obispo de Megalone, en presencia de Flotardo, abad de san Ponce de Tomeras; Almericio, abad de san Juan de la Peña y Raimundo, abad de san Salvador de Leyre".
La iglesia alta es una gran sala rectangular, compuesta por una única nave dividida en tres zonas, la cabecera triabsidial, la parte intermedia, y la zona de los pies de la nave. Los tres ábsides semicirculares están excavados en la misma roca. La bóveda del primer tramo de la nave es la propia roca en la que se construyó el monasterio. El altar central está bajo la advocación de san Juan Bautista, los laterales, uno dedicado a san Miguel, y el otro a san Clemente, los ábsides se comunican entre si por vanos de medio punto abiertos en el muro. Al parecer la iglesia alta pudo contener pinturas murales, hoy totalmente desaparecidas.
A la izquierda de la fotografía vemos la puerta que comunica con la antigua sacristía, hoy Panteón Real.
En esta iglesia, el 22 de marzo de 1071, se ofició por vez primera en la península Ibérica una misa con el rito litúrgico romano, dejando así atrás el antiguo rito hispano-visigótico. Esta transición fue propiciada por el rey de Aragón, Sancho Ramírez, que unos años antes había emprendido un viaje a Roma. Fiel al entonces papa Alejandro II, el monarca se comprometió a introducir la nueva liturgia en la península ibérica.
Los ábsides tienen tambor cilíndrico, decorados con una arquería ciega, compuesta en este caso por siete arcadas, que apea en columnas decoradas con capiteles con motivos vegetales, algo toscos. Por encima de la arquería se dispone una imposta ajedrezada.
Las bóvedas son de cuarto de esfera, con "una pequeña prolongación anterior en forma de medio cañón".
Sobre el altar del ábside central se guarda una réplica del Santo Grial, en recuerdo de que en esta iglesia se guardó el Santo Cáliz.
Según la tradición, el Santo Grial es la copa que Jesucristo utilizó en la Última Cena para instituir el sacramento de la Eucaristía, y en ella José de Arimatea recogió la sangre que brotaba de la herida del costado de Cristo crucificado. Popularmente se le han atribuido poderes extraordinarios, formando parte de los tesoros de la iglesia en Roma (llevada allí por san Pedro). Siguiendo con la leyenda, en Roma permaneció hasta mediados del siglo III, cuando el emperador Valeriano intensificó la persecución de los cristianos. Temiendo por su seguridad, el papa Sixto II, encargó la protección de la copa a su diácono san Lorenzo, natural de Huesca.
Siguiendo la tradición aragonesa la copa la envió el diácono aragonés a su ciudad natal en el año 258, permaneciendo en manos de obispos locales, para protegerla de la invasión musulmana. Se dice que en el año 553 pudo trasladarse a san Pedro el Viejo de Huesca; posteriormente, hacia 715, se guardó en una cueva cercana a Yebra de Basa, pasando luego, en 833, al monasterio de san Pedro de Siresa, en el valle de Echo; al monasterio de santa María de Sasabe; y finalmente a la catedral de Jaca, en 1044. En el año 1076 fue llevada por un obispo jacetano a san Juan de la Peña donde fue custodiada hasta 1399. En ese año el rey aragonés Martín I el Humano lo trasladó a Zaragoza, al palacio de la Aljafería, llevándoselo años después a su residencia de Barcelona. Finalmente, tras la llegada al trono de Alfonso "el Magnánimo" en 1437, el relicario se trasladó a la catedral de Valencia donde permanece actualmente.
Los ábsides laterales siguen la pauta del central, aunque las arquerías de los laterales las conforman cinco arcadas y no siete, como la central. Los presbiterios se comunican entre sí a través de dos vanos abiertos en arcos de medio punto.
La nave de la iglesia se cubre en su primer tramo con la roca de la montaña, mientras que el resto lo hace con bóveda de cañón reforzado por arcos fajones de ladrillo que apoyan en pilares adosados en los muros laterales.
En el muro de los pies se abren seis vanos (abiertos en el siglo XIII), de medio punto, y de diferente tamaño (el inferior central se cree que pudiera ser una puerta que daba paso a la iglesia desde alguna construcción, hoy desaparecida).
En el lado del Evangelio de la iglesia alta se abre una puerta que da acceso a la antigua sacristía, convertida por Carlos III en Panteón Real. Las obras comenzaron bajo la dirección del escultor catalán Carlos Salas el 30 de junio de 1770.
El altar de esta estancia lo ocupa un crucificado flanqueado por esculturas de María y de san Juan, obras del mismo Carlos Salas Viraseca, quien también trabajó en la Basílica del Pilar de Zaragoza. Coronando el altar un escudo de Aragón timbrado con la corona real.
En el muro de la derecha se encuentran los enterramientos reales, formados por veintisiete sepulcros ocultos en nichos con sus planchas de bronce e inscripciones. En origen, los monarcas y familiares, fueron sepultados en tumbas antropomorfas que quedaron ocultas por esas planchas, tras la reforma del panteón realizada en 1770 por Carlos III en estilo neoclásico. En él están enterrados los tres primeros reyes de Aragón: Ramiro I (1036-1064); Sancho Ramírez (1064-1094); y Pedro I (1094-1104).
En el muro de la izquierda, se colocaron cuatro relieves en estuco, obra del escultor Pascual Ipás, representando hechos de la historia de Aragón: la batalla de García Jiménez, en Aínsa; la aparición de la cruz de Íñigo Arista en plena batalla; el Sitio de Huesca y su conquista en 1094 por Pedro I; y la Jura de los Reyes de Aragón ante la Corte. Todo ello está decorado con motivos neoclásicos.
En el muro encontramos gran cantidad de lápidas con inscripciones, correspondientes a necrologios de los siglos XI, XIII y XIV.
A través de una puerta con arco de herradura se accede de la iglesia alta al claustro. Se trata de la antigua portada de la iglesia de los santos Julián y Basilisa trasladada de planta.
En las dovelas de su arco podemos leer la siguiente inscripción del siglo XII: "la puerta del cielo se abre a través de ésta, a cualquier fiel, si se aplica en unir a la fe los Mandamientos de Dios" ("PORTA PER HA(N)C CARLI FIT P(ER)VIA CUIQ(UE) FIDELI SI STUDEAD FIDEI IUNGERE IUSSA DEI").
El claustro se ha convertido en el elemento más significativo y estudiado del conjunto monástico de san Juan de la Peña. Fue construido a finales del siglo XII y principios del XIII. Lo forma una arquería de medio punto que descansa sobre un podio de piedra, de las canteras del término de Botaya. Los arcos se hallan rodeados por una moldura ajedrezada y descansan en columnas simples, dobles o cuádruples, con capiteles magníficamente tallados.
En origen, el claustro estaba cerrado por el lado este, que lo dejaba oculto a la vista, pero ha desaparecido; de este lado solo existe un capitel con la creación de Adán y Eva. Actualmente se conservan dos lados del claustro, el ala septentrional y el ala occidental; y un poco menos de la mitad de un tercero, el del lado meridional (el más próximo al peñón rocoso); como ya hemos comentado, el lado oriental ha desaparecido (el contiguo al muro de la iglesia).
En el claustro se ubican dos capillas, la capilla de san Victorián, al norte; y la de san Voto y Félix, al sur.
El claustro es una de las zonas más famosas del monasterio, con magníficos capiteles, atribuidos en general, a dos maestros o talleres distintos (José Luis Garcia Lloret defiende la teoría de que se trata de un único maestro), El más extraordinario es el denominado "Maestro de san Juan de la Peña o Maestro de Agüero" (capiteles de la iglesia inacabada de Santiago de la localidad de Agüero); maestro anónimo que trabajó en Navarra y en el norte de Aragón. Encontramos su mano en la iglesia de san Pedro el Viejo de Huesca, en la de san Salvador de Ejea de los Caballeros, en la iglesia de san Gil de Luna, y en la iglesia de Santiago de Luesia.
Los capiteles han sufrido el paso del tiempo, la disposición que hoy presentan no corresponde a la original, ya que en las rehabilitaciones se recolocaron de manera aleatoria. Hay algunos parcialmente perdidos que datan del siglo XII; hay otros enmarcados con cenefas de taqueado jaqués que representan el ciclo del Génesis (creación de Adán y Eva, Pecado Original); infancia de Jesús y vida de María; también pasajes de la vida pública de Jesús; Pasión de Cristo; y temas diversos.
En estas galerías se representan escenas del Génesis: Creación de Adán y Eva (el único capitel que se conserva de esta galería); y en la galería Norte: el Pecado Original, y la consecuencia del mismo, la expulsión del Paraíso y la obligación de trabajar; y algunos capiteles de la vida de Jesús.
Es el único capitel que aún se conserva de esta galería oriental. Aparece a la derecha Dios sacando la costilla de Adán que está tumbado en el suelo. A la izquierda, Eva totalmente formada, desnuda, en el Paraíso.
Génesis 2: 4-25: "No había ningún arbusto del campo sobre la tierra ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía el hombre para que la cultivara. No obstante, de la tierra salía un manantial que regaba toda la superficie del suelo. Y Dios el Señor formó al ser humano[c] del polvo del suelo; entonces sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente"..."Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén y allí puso al hombre que había formado. Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles atractivos a la vista y buenos para comer. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal"..."Dios el Señor le ordenó al hombre: Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, sin duda morirás"..."Luego Dios el Señor dijo: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada"..."Entonces Dios el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras este dormía, le sacó una costilla y cerró la herida. De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre"..."En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero no se avergonzaban".
Situado hoy en día en la cara oeste del machón del ángulo noreste del claustro, aunque no se sabe realmente cual fue su ubicación original.
Vemos a Adán avergonzado que trata de cubrir su desnudez mientras se lleva su mano derecha a la garganta como arrepintiéndose de haber comido la manzana. Destaca el rostro, con esos ojos saltones tan característicos del Maestro de san Juan de la Peña.
Génesis 3:1-12 ..."Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí"...
En el Génesis 3, Adán y Eva comen del fruto del árbol prohibido, y Dios condena a Adán a trabajar la tierra para obtener alimento, y a Eva a parir con dolor y cuidar de sus hijos. En el capitel vemos la escena en la que Adán está arando la tierra con un par de bueyes, y a Eva hilando con una rueca. Así como a Caín y a Abel realizando ofrendas.
Génesis 3:17-19: ..."Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás..."
A partir del tercer capitel de la panda norte, comenzaría el Ciclo de la Infancia de Cristo, apareciendo en primer lugar y sobre un único capitel los pasajes de la Anunciación, la Visitación y el Anuncio a los pastores. En la Visitación vemos el abrazo que se dan María y su prima Isabel.
En esta escena se plasma el momento en el que el arcángel san Gabriel anuncia a María que es elegida para ser la madre del hijo de Dios. Nos muestra al arcángel bendiciendo a la Virgen María con su mano izquierda, mientras que con la derecha le presenta el símbolo de la cruz. Este elemento no empieza a ser representado hasta el siglo X.
También en la galería Norte, encontramos este capitel con las escenas del sueño de san José y la Huida a Egipto. En el detalle del sueño de san José, éste es avisado en sueños por un ángel de que deben huir de Belén, porque Herodes quiere matar al Niño. Por otro lado aparecen los Reyes Magos con Herodes, y la Matanza de los Inocentes.
Mateo 2: 13-15: ..."un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Él se levantó tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto"...
En este capitel se representan las escenas de la muerte de Abel, los Magos ante Herodes, y los Magos consultando las escrituras. En la fotografía vemos a los tres reyes ante el rey Herodes; en la escena de la izquierda, se observa lo que se considera la muerte de Abel por parte de Caín.
Mateo 2, 1-12, comenta: Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judea, porque así lo ha dicho el profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel'”. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: “Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”.
Es un capitel de difícil interpretación. Para algunos se trata de Caín y Abel, también pudiera estar relacionada con la matanza de Inocentes, o la lucha entre canteros que trabajaban en el claustro.
En la parte izquierda del capitel vemos representado un castillo por la que asoman dos cabezas, y que pueda corresponderse con la ciudad de Belén; o también pudiera representar a San Juan Bautista en el castillo de Herodes. En otra escena una mujer bailando, que pudiera ser Salomé.
La historia de Salomé formaba parte fundamental de la biografía de san Juan Bautista. Tras bailar en un banquete convocado por Herodes, este le prometió acceder a cualquier deseo que pidiera, y ella solicitó la cabeza del Bautista.
Es la más alejada de la iglesia, en ella se disponen escenas alusivas al Ciclo de la Vida Pública de Cristo, comenzando por el episodio de las Tentaciones de Cristo, la Pesca Milagrosa, las Bodas de Caná y, como hemos comentado, otros pasajes de la vida pública de Cristo.
En el capitel, que es doble, se ve por un lado la escena de la Pesca Milagrosa, en la que los apóstoles están sobre las barcas en el Lago Tiberiades. Es curiosa la representación del mar, rodeando a las naves. En el otro capitel se puede ver las bodas de Caná.
El tema de la pesca milagrosa se relaciona con la vocación de los apóstoles Pedro, Santiago y Juan (LC. 5: 1-11): Jesús subió a las barcas de unos pescadores que no habían recogido nada en toda la noche y les dijo: "Remad mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca". Respondiéndole Simón Pedro: "Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes", pescando abundantemente. Al ver el milagro, Simón Pedro se echó a sus pies diciendo "Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador". Y Jesús le respondió: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”
Capitel con la escena del banquete de las bodas de Caná, en la que se representa una mesa preparada con viandas. San Juan relata que estando invitados a una boda, María y Jesús, ella le comentó a su hijo que faltaba vino, tal y como vemos en el lado izquierdo de la mesa, mientras en la parte derecha una pareja conversa animadamente.
Juan 2: 1-5: "Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere"...
Detalle de las bodas de Caná, en la que se ve a Jesús bendiciendo las vasijas que un sirviente está llenando de agua, convirtiéndolas en vino. Este fue el primer milagro de Jesús.
Juan 2: 6- 11:"Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él".
En este capitel, aparece Cristo con un cayado en forma de cruz, bendiciendo con su mano derecha el cadáver amortajado de Lázaro, que aparece en la parte inferior; mientras sus hermanas Marta y María y otro personaje contemplan la escena.
Juan 11: 1.44: Un hombre llamado Lázaro, que vivía en Betania, estaba enfermo, sus dos hermanas, Marta y María, avisaron a Jesús de que su querido amigo estaba enfermo. Cuando Jesús llegó a Betania Lázaro ya estaba muerto, las hermanas le dijeron a Jesús que si él hubiera ido antes, su hermano no hubiera muerto. Jesús se acercó al lugar donde lo habían enterrado: "Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo": "Padre, gracias por haberme oído. Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste". Entonces Jesús gritó: "¡Lázaro, sal de ahí!". Y el muerto salió de la tumba con las manos y los pies envueltos con vendas de entierro y la cabeza enrollada en un lienzo. Jesús les dijo: "¡Quítenle las vendas y déjenlo ir!".
La escena, representa a Jesús con el brazo extendido perdonando a la mujer adúltera. También pudiera plasmar a la hermana de Lázaro, María, suplicando a Jesús que resucite a su hermano. O incluso pudiera tratarse la curación de la hemorroisa, quien padecía pérdidas de sangre, y tan solo con un roce de la túnica de Jesús, se curó.
En otro de los capiteles situados en la galería oeste, vemos a Jesús montado en una mula entrando en Jerusalén, mientras es aclamado por sus seguidores con palmas y tendiendo sus vestiduras a su paso, detrás de él va un pollino.
Mt. 21:1-1O: "Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!"...
En la escena de este capitel, también de la galería oeste, vemos a Jesús, en el centro, nimbado, ofreciendo un trozo de pan al apóstol situado a su derecha, identificado como Judas, al mismo tiempo que éste intenta coger el pez que Jesús tiene en su plato, este hecho es tomado de los autos sacramentales, en los que relatan que Judas, le cogió a Jesús un trozo de su pescado. A la izquierda de Jesús, vemos al discípulo amado, san Juan. La escena se completa con otros apóstoles.
Encontramos muy deteriorados los capiteles y la galería en sí. Estos capiteles ya no son atribuidos a la mano del Maestro de san Juan de la Peña, sino a un segundo maestro o taller, y para algunos se pueden fechar a finales del XII o principios del XIII. Muchos capiteles que conformaban esta galería actualmente se encuentran diseminados por el monasterio viejo.
Situado en la parte parcialmente desaparecida, en la galería sur. Vemos a Cristo en Majestad rodeado por una mandorla, y rodeado de cuatro ángeles con cartelas.
En él vemos un caballo conducido del ronzal por un personajes con largas vestiduras.
La capilla está situada en el lado norte del claustro donde se ubicaba la sala capitular, y su estilo es gótico flamígero (según Ricardo del Arco, la primera manifestación de este estilo en Aragón), con pinturas del siglo XIII.
Ordenó su construcción entre 1426 y 1433 el abad Juan Marqués, tal y como consta en una inscripción en el interior, como luego veremos.
La portada se abre con un arco apuntado abocinado y cinco arquivoltas, la interna lobulada, todas ricamente decoradas con racimos, hojas o florones, y caracoles que trepan por la vegetación. Sobre la clave del arco apuntado el escudo con los palos de Aragón, sobre él un casco y encima una corona real y un dragón. Flanqueando el remate del arco conopial, dos escudos con las armas del abad de san Juan de la Peña.
Flanquean la portada dos esbeltos pináculos, decorados con animales reales y fantásticos. En la parte superior se abren cuatro óculos para permitir la entrada de luz natural al interior de la estancia.
En este muro, que confronta con el muro de la iglesia, se conservan pequeños restos de pinturas murales y una inscripción: "Don Juan Marqués, que fue monje y sacristá del Monasterio de San Victorián, cuando era prior de San Pedro de Tabernas, sujeto a aquel cenobio, fue nombrado abad de este monasterio por don Benedicto XIII, el Papa (Luna), desde Peñíscola el 15 de diciembre de 1412. Mandó edificar esta capilla bajo la advocación de San Victorián, abad, y puesta la primera piedra en los fundamentos por el mismo don Juan, abad, fue comenzada el 22 de julio de 1426 y terminada el 5 de noviembre de 1433".
En el lado de la epístola de la capilla se abre un arcosolio lobulado, decorado con pequeñas figuras: Cristo en majestad, un coro de justos, el arcángel san Rafael y ángeles músicos. En la parte inferior se conserva el sepulcro del abad Marqués, fallecido en 1437. Además de este abad, en la capilla fueron enterrados otros cuatro abades: Aquilino, primer abad del monasterio (1075); su sucesor el abad Sancho (1985); el abad Juan (1273); y el abad Francisco de Rosetó (1394).
La capilla está cubierta con bóveda de crucería, con nervios adornados de báculos, mitras, animales, ángeles y motivos vegetales. En el muro se abren dos hornacinas.
En el interior de la capilla podemos observar los restos de la pintura que cubría dicha capilla, decoración a base de medallones con pavos reales, un crismón trinitario, y una escena que para algunos autores representa la Entrada de Jesús en Jerusalén.
Fue construida con posterioridad a la de san Victorián. Destaca su portada de estilo barroco, realizada en el siglo XVII. Fue ordenada construir por el abad Juan Briz Martínez, en honor a los anacoretas fundadores del monasterio.
Su estilo es neoclásico y coronando su portada se halla el escudo del abad Briz, en el que se incluyen el cordero y la bandera de San Juan Bautista que son las armas del monasterio que gobernó.
Es de planta cuadrada, con una cúpula y una linterna que ilumina el interior.
Sobre el altar se conserva un retablo pintado por Juan Pérez Galván, de Luesia, en 1631, en el que representa el milagroso hallazgo de san Voto del cuerpo del ermitaño Juan de Atarés.
Hasta aquí este pequeño estudio sobre este maravilloso monasterio, espero que os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.
BIBLIOGRAFÍA.
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- LAPEÑA PAUL, A.: El monasterio de San Juan de la Peña en la Edad Media: (desde sus orígenes hasta 1410), Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón, 1989.
-LAPEÑA PAUL, A.: El monasterio de San Juan de la Peña en el siglo XVI: viejas edificaciones y nuevas obras, Gobierno de Aragón, Departamento de Cultura y Turismo, D.L. 2002.
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-CANELLAS LÓPEZ, Ángel; San Vicente Pino, Ángel. Aragón. Madrid: Encuentro, 1981.
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- GARCÍA OMEDES, A: https://www.romanicoaragones.com/0-jacetania/25-sanjuanpena.htm
-GARCÍA OMEDES,A: Ana Isabel LAPEÑA: capiteles del claustro:
-Claustro de san Juan de la Peña:
-Santo Grial y san Juan de la Peña:
- Crismón del panteón de nobles: http://www.claustro.com/crismones/webpages/Huesca/CrismonFicha_SJuanPena_PanNobl_I.htm
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