La Aljafería. Qasr al-surûr, el “Palacio de la Alegría”. Restos del palacio taifal. Zaragoza.
¡Oh alcázar de la alegría! ¡Oh salón de oro!
Con vosotros colmé mis anhelos.
Si en mi reino sólo eso tuviera,
Ninguna otra cosa echaría de menos.
(versos dedicados a al-Ya’fariyya por el rey al-Muqtadir).
El palacio de la Aljafería, situado frente a lo que era el Portillo occidental (hoy Plaza del Portillo) de la muralla de la Zaragoza medieval “sintetiza entre sus muros buena parte de la historia de la ciudad y de Aragón. Ha sido alcázar islámico, palacio real, sede de la Inquisición, fortaleza, prisión y cuartel”. Es una verdadera referencia para la arquitectura hispanomusulmana de la Marca Superior. Este magnífico edificio es el resultado de una dilatada historia llena de cambios, reformas y ampliaciones a través de los tiempos, por ese motivo podemos encontrar en él estilos artísticos tan diversos.
Hay que distinguir tres etapas constructivas principales, y la adecuación final como cuartel en el siglo XIX: el palacio musulmán de los siglos IX-XI, con la torre del Homenaje, tenida como el primer núcleo del palacio islámico cuya parte inferior se fecha de finales del siglo IX; las reformas llevadas a cabo por los reyes cristianos en estilo mudéjar, en el siglo XIV; el edificio realizado en tiempos de los Reyes Católicos en los siglos XV-XVI; la fortificación realizada por Spanochi en el siglo XVII y su reconversión en cuartel durante los siglos XVIII-XIX. Es uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil taifal en Occidente. Por ello os animo a visitarlo a los que no lo conozcáis, es una verdadera maravilla.
Vista de la Aljafería en 1889 cuando era cuartel (el cuartel del Príncipe). Aún podemos ver las construcciones que se edificaron delante del antiguo palacio, que fueron derribadas en las restauraciones llevadas a cabo en el siglo XX, como luego veremos.
Fotografía: wikipedia.
Pero sigamos con nuestra historia: en la primavera del año 714 las tropas musulmanas de Muza Ibn Musayr sometieron a la ciudad, que pasó a formar parte del Califato Omeya de Damasco y del, por entonces, Emirato Dependiente de Córdoba, siendo capital de la Marca Superior de Al Andalus.
A principios del siglo XI (1030), tras la caída del Califato cordobés, la ciudad se erige como capital del reino independiente o taifa de Saraqusta; siendo gobernada por la familia de los Tuyibies y posteriormente por los Banu-Hud (Hudís), de origen bereber.
Los Banu-Hud consiguieron gran relevancia, no solo económica, sino también cultural. Fruto de este poder, uno de los miembros de esta dinastía: Abu YAFAR Ahmad Ibn Sulayman (al Muqtadir), segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud (cuyo reinado acaeció entre 1046 y 1082), ordenó construir un complejo residencial a extramuros y en la parte occidental de la ciudad, en un terreno llano, rodeado de huertas y acequias, en el que se constata la existencia de una torre defensiva ya en el siglo IX. Se convirtió en el lugar de recreo para los reyes de Taifas, conocido como el “Palacio de la Alegría”. Del nombre de este gran monarca deriva el nombre de Aljafería: de Yafar, vino al-Yafariyya, después Aljafaria y por último Aljafería. No olvidemos que en el centro de Saraqusta se ubicaba el complejo administrativo, el palacio de la Zuda (hoy aún se conservan restos en el torreón con el mismo nombre y en el solar que ocupa la iglesia de san Juan de los Panetes); y muy cerca de la mezquita (situada en donde actualmente se erige La Seo).
Los artífices que tomaron parte de su construcción se desconocen, pudiera ser, que tras la desaparición del Califato de Córdoba, los grandes talleres cordobeses vinieran a Saraqusta, trabajando posteriormente también en el palacete de Balaguer en Lérida, considerándole su “monumento gemelo”.
El Palacio de la Aljafería es el único palacio islámico que se conserva en Occidente del siglo XI, y como dice el especialista en arte islámico, Christian Ewert: "el auténtico heredero de la arquitectura del Califato de Cordoba".
En el lugar donde se construyó esta espléndida residencia real, existía una torre y un pozo anexo, de finales del siglo IX, que cuando se erigió el palacio a finales del siglo XI, se integró en el mismo.
El edificio estaba rodeado por una muralla, hoy reforzada por torreones semicirculares, que bien pudieran responder a modelos de los palacios omeyas sirios o incluso a la antigua muralla romana que podemos contemplar en la zona de san Juan de los Panetes de Zaragoza.
El recinto amurallado reaprovechó una torre de época prehudí, dispuesta en el lienzo norte y conocida en la actualidad como “Torre del Trovador”. El denominarla así tiene su explicación: Fue fuente de inspiración para Antonio García Gutiérrez en su obra de teatro “El Trovador”, drama romántico que discurre en la Torre del Homenaje de la Aljafería; y posteriormente el compositor italiano Giuseppi Verdi se basó en esta obra para crear su ópera de Il Trovatore.
Se trata de una maciza torre de planta rectangular, con cinco pisos no marcados en el exterior (para algunos los tres primeros son de época musulmana, realizados con sillería de alabastro; y los dos últimos de época cristiana, construidos con encofrado de hormigón simple de yeso y cal), en donde se abren pequeños vanos; y se remata con almenas, como torre defensiva que fue. En 1486 se convirtió en prisión de la Inquisición.
Durante los años de restauración del edificio hubo un problema con su cerramiento, ya que los arquitectos municipales, entre ellos Peropadre, defendían que la cubierta de madera del siglo XVIII que cubría la torre tenía que ser eliminada, por el contrario la Comisión de Patrimonio de la DGA defendía su consolidación. Finalmente el Tribunal Superior de Justicia de Aragón dio la razón a la DGA.
En 1118 cuando Alfonso I el Batallador conquista la ciudad, la Aljafería pasó a ser residencia de los reyes cristianos; durante años se realizaron numerosas obras de ampliación y acondicionamiento del edificio. El período constructivo más importante fue en la época de Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387), construyéndose el palacio mudéjar, y las capillas de San Martín y San Jorge (ésta destruida en 1867). En esta época el edificio era el principal punto político de Zaragoza. Documentalmente consta que en 1356 se estaba realizando “obra nueva de un palacio” en la Aljafería y se nombra a Blasco Aznárez de Borau y a Juan Eximén de Osca, y parece que la obra ya se había comenzado en 1354, terminándose en 1358.
En 1486 la Inquisición se estableció en ella y la torre del Trovador se convirtió en prisión. Dos años más tarde los Reyes Católicos reformaron el edificio (1488 y 1495), construyendo un suntuoso palacio en el ala norte, encima del antiguo palacio islámico. Es, en este momento, cuando se realizaron los magníficos artesonados (Salón del Trono, Sala de Santa Isabel, Sala de las Deliberaciones y Sala de Pedro IV), con decoraciones geométricas y vegetales, y los emblemas de los Reyes Católicos. La construcción de estas estancias trajo consigo la destrucción de parte del palacio medieval, así como la cubrición de la mezquita
En 1591, Felipe II fortificó todo el recinto, según proyecto diseñado por Tiburcio Spanochi, realizando, asimismo, el foso que actualmente podemos contemplar alrededor del edificio.
Parte posterior y fachada oriental.
La verdadera obra de transformación para acuartelamiento se llevó a cabo con la reforma de 1772, durante el reinado de Carlos III; básicamente es la estructura que se conserva actualmente, exceptuando los cuatro torreones neogóticos, que se añadieron a en 1862, año que dejó de ser Patrimonio Real para ser propiedad del desaparecido Ministerio de la Guerra. Este hecho trajo consigo una reforma total del edificio, dañando numerosos restos histórico-artísticos, sobre todo el palacio islámico. En el exterior se remodeló la fachada principal, y en las esquinas se colocaron cuatro torreones neogóticos, de los que hoy en día se conservan dos.
En abril de 1866 se trasladaron al Museo de Zaragoza y al Museo Arqueológico Nacional de Madrid (hoy en día en la Aljafería en el salón San Jorge de las Cortes), algunos restos artísticos del palacio musulmán, como yeserías, capiteles o arcos, cuya integridad peligraba. El 4 de junio de 1931 el edificio es declarado Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico.
En 1951 se constituyó el Patronato de la Aljafería, formado por el alcalde José Mª Belenguer; Ángel Canellas, historiador y primer teniente de alcalde; Fernando Solano, presidente de la Diputación Provincial; José Mª Lacarra, decano de Filosofía y Letras; Joaquín Albareda, en nombre de la Academia de San Luis; y el comandante Antonio Esponera, con motivo de recuperar el monumento.
Las obras de restauración del edificio se efectuaron bajo la dirección del Comisario General del Patrimonio Artístico Nacional y arquitecto Francisco Íñiguez Almech, aún siendo propiedad de las Fuerzas Armadas. Reconstruyó el muro oriental de la muralla musulmana, la puerta principal, la torre del Trovador, la capilla de san Martín, la mezquita, los patios, y las salas de los Reyes Católicos. Las obras de intervención en la Aljafería, en sus diversas fases, se extendieron desde 1955 hasta 1997. La labor de este restaurador es considerada llena "de honradez profesional y un extraordinario cariño y respeto al monumento y su significado", cuyos estudios y restauraciones las publicó en 1962, que fueron el inicio de los "estudios científicos sobre el palacio".
En la fotografía del A.H.P.Z., de Gerardo Ramo Sancho, podemos ver los trabajos que se estaban haciendo en el año 1973, según lo proyectado por el arquitecto Francisco Íñiguez (siguiendo los antiguos diseños de Spanochi y de Miguel Marín). Reconstruyendo la puerta de acceso entre los dos torreones que la flanquean y levantando los torreones cilíndricos de la actual fachada principal. En el interior aún podemos observar que se conservaban los edificios utilizados para uso cuartelario.
En el año 1982, al fallecer Iñíguez sin haber concluido la reforma, la continuó el arquitecto Ángel Peropadre, finalizándola en el año 1985. En marzo de 1980 el palacio había sido adquirido por el Ayuntamiento de Zaragoza por veinticuatro millones de pesetas, comprometiéndose a restaurarlo y crear un parque en su entorno; así mismo, se pensó en un primer momento instalar en él un museo y salas de exposiciones. En 1984, se decidió ubicar en él, el Parlamento Autónomo Aragonés, motivo por el cual se comenzaron nuevas obras al año siguiente para adecuar el edificio. Este proceso de rehabilitación, fue dirigido por los arquitectos Luis Franco y Mariano Pemán (ya que Peropadre fue retirado del proyecto por el presidente de las Cortes Antonio Embid, ya que no estaba de acuerdo con su labor), realizándose labores arqueológicas, llevadas a cabo por don Martín Bueno. La rehabilitación se prolongó hasta el año 1998, revisando todas las actuaciones anteriores en el edificio. Y como comenta el insigne arqueólogo: "Es muy decepcionante para un arqueólogo intervenir a ciegas sobre zonas ya afectadas por trabajos previos no documentados, de las que desconocemos su alcance real y los materiales obtenidos, que se dispersaron, perdieron o simplemente no se recuperaron".
El edificio fue inaugurado el 16 de mayo de ese mismo año. Consiguiendo esta actuación el diploma Europa Nostra en el año 2001.
Finalmente el 14 de diciembre de 2001 el Palacio de la Aljafería fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO al ser considerado uno de los principales ejemplos del arte mudéjar aragonés.
La rehabilitación de este monumento tuvo gran polémica en su momento, ya que las intervenciones llevadas a cabo por los arquitectos restauradores, sobre todo por A. Peropadre, motivaron que, en 1984, un grupo de estudiosos del arte islámico protestaran y reclamaran la paralización de las obras de restauración, ya que opinaban que no se habían respetado las excavaciones arqueológicas, ni se había realizado un estudio general del monumento antes de comenzar la rehabilitación del monumento llevada a cabo por Peropadre, motivo por el cual se habían perdido restos importantes para la historia del edificio.
En la bibliografía os dejo una serie de obras que os recomiendo leer, si estáis interesados en el tema, y así podéis sacar vuestras propias conclusiones.
Y, como no, a todos os animo a visitar este espléndido edificio, lleno de historia y desgraciadamente no muy conocido fuera de nuestra ciudad. Como ya he comentado al principio, es uno de los edificios más importantes del arte hispano-musulmán, que influirá posteriormente en los Reales Alcázares de Sevilla y en los palacios nazaríes de la Alhambra de Granada.
El exterior estaba formado por una muralla, reconstruida en la última reforma del edificio; al igual que los seis torreones que cubren la muralla del lado Este, dándole el aspecto que pudo tener originariamente el palacio árabe. En un principio esta muralla estaba reforzada por diecisiete cubos semicirculares, más la torre del Homenaje, de forma rectangular, situada en su lado norte.
Al ampliar el edificio de las Cortes en la fachada occidental se descubrió la primera muralla islámica del siglo XI, dos cubos similares a los que hoy podemos contemplar en la entrada del edificio.
En el año 1979 el ingeniero jefe de Parques y Jardines Rafael Barnola Usano realizó el proyecto de los jardines que rodean el palacio; y en 1982, este mismo ingeniero municipal, y los arquitectos F. Íñiguez y Ángel Peropadre, realizaron la recuperación del antiguo foso que bordeaba el edificio y que había sido tapado en los siglos XVIII-XIX. También reconstruyeron el muro exterior que rodea el palacio y el puente que da acceso a la entrada principal.
Puerta de entrada actual
En su origen el palacio tenía su entrada por el lado meridional, accediéndose directamente al Patio de Santa Isabel, ya que en aquella época aún no se había construido lo que posteriormente sería la capilla de san Jorge (hoy salón de san Jorge). Hoy la entrada principal la encontramos en el lado oriental y está algo descentrada en relación al eje de simetría de la fachada (que sigue la estructura de las portadas islámicas de época califal).
La portada, fue reconstruida en ladrillo, excepto los restos originales en alabastro que se añadieron, por el arquitecto-restaurador Íñiguez Almech en el siglo XX, quien se basó en los restos arqueológicos conservados y en los planos que Tiburcio Spanochi realizó del edificio en 1593.
Estamos ante una portada con gran arco de herradura con doble rosca descentrada (que recuerda los vanos de acceso a la Mezquita de Córdoba de época de al-Hakam II, del siglo X), flanqueada por dos torreones en arco de herradura doble, Por encima un friso de arcos de medio punto entrecruzados (obra de la restauración), y por encima de éstos una galería con arcos carpaneles doblados, de época de los Reyes Católicos, y que son influencia de los grabados hechos por Spanochi.
Plano Aljafería.
En el interior, en el eje central en dirección Norte-sur, se ubican los espacios residenciales del palacio taifal, de gran belleza ornamental. La Aljafería entronca con los palacios sirio-omeyas del desierto. Las partes más destacadas que integran el palacio musulmán son:
1-Muralla.
2-Puerta de ingreso.
3-Restos de puerta en recodo y Patio de san Martín.
4-Torre del Trovador.
5-Aljibe.
6-Restos de torreones de muralla.
7-Patio de Santa Isabel.
8-Salón de Oro, Dorado, del Trono o de los Mármoles.
9-Oratorio.
10-Pórtico Norte.
11-Restos de la alberca Norte.
12 Pórtico Sur.
13-Salón Sur.
14-Restos de la alberca Sur.
15-Alcoba.
Hay que tener en cuenta que en la Aljafería encontramos dos palacios superpuestos, el palacio islámico en la parte inferior situado en torno al jardín como “idea de representación del paraíso”; y sobre éste, el palacio de los Reyes Católicos. Tomando la opinión de los arquitectos-restauradores Pemán y Franco la total recuperación del palacio islámico hubiera supuesto la destrucción del palacio cristiano.
Patio de san Martín.
Nada más traspasar la puerta de entrada nos encontramos el llamado Patio de San Martín, construido en el siglo XIV, en época del rey Pedro IV y actualmente muy remodelado. En él se construyó, en el siglo XIV, la iglesia de san Martín, iglesia gótico-mudéjar, aunque algunos autores afirman que ocupaba un edificio islámico anterior al siglo XIV. El último arco ojival que se abre en este muro da paso a la Torre del Trovador.
Sobre este muro se ha erigido una terraza almenada, desde la que se puede pasar al camino de ronda de la zona musulmana, que se sitúa en el lado este. A la derecha podemos ver la pequeña torre árabe con arcos de herradura y almenada que sobresale de la línea de las murallas, que para algunos autores se trataría de un antiguo alminar.
En el lado Oeste vemos, a la izquierda un gran arco de herradura levemente apuntado, realizado en tiempos de los Reyes Católicos, que permite el acceso al Patio de Santa Isabel. De la misma época son los vanos que en este muro se abren. A la derecha, el muro se eleva como si se tratara de una torre, en la parte inferior se ubica el exterior de la mezquita, en el que encontramos una puerta ciega descentrada con arco de herradura; sobre ella dos vanos geminados con celosías; y sobre la mezquita se sitúa la estancia gótica, en donde exteriormente se abren dos saeteras.
Antes de comenzar nuestro recorrido, tenemos que tener en cuenta que tras las diversas restauraciones llevadas a cabo en el palacio de la Aljafería, podemos contemplar un bello edificio lleno de historia y de arte. Pero no debemos olvidar que la mayor parte del mismo, es una reconstrucción a partir de los restos que se conservan de lo que en un día fue uno de los palacios islámicos más importantes de su tiempo.
Tampoco olvidar que la parte musulmana fue realizada con materiales pobres y decorada con "falsos arcos decorativos" que en realidad no eran verdaderos soportes, motivo por el cual, en los siglos XIV y XV, se tuvieron que tapiar arquerías y construir nuevos soportes para poder sostener las estancias que se fueron construyendo sobre la estructura islámica.
Nada más traspasar el gran arco de herradura del patio de san Martín, de gran sobriedad, nos encontramos en la parte posterior del mismo, con la reconstrucción de un paño de arcos entrecruzados y polilobulados que da entrada al bello palacio islámico. Este paño comunica el patio de san Martín con el patio de santa Isabel. Esta galería, que parte desde la mencionada puerta, separa dos zonas del antiguo palacio taifal, a la izquierda el llamado Pórtico norte; y a la derecha la zona sur del antiguo patio del palacio musulmán.
Vista del Patio de Santa Isabel desde el lado septentrional.
El palacio musulmán se organizaba en torno a un patio rectangular con un jardín central, conocido como Patio de Santa Isabel, que era el unificador del palacio musulmán. Fue rehabilitado en los años ochenta del siglo XX por el arquitecto Ángel Peropadre Muniesa (tomando el modelo en Madinat al-Zahrá), recobrando la magia de los jardines musulmanes.
El patio está dedicado a Isabel, infanta aragonesa, hija de Pedro III de Aragón y de Constanza de Sicilia, así como nieta de Jaime I el Conquistador. Según las crónicas nació en el palacio de La Aljafería en el año 1271. Corría el año 1288 cuando la casaron con el belicoso Dionís de Portugal, convirtiéndose en reina. Fue una mujer conciliadora, que siempre procuró ayudar a los que la rodeaban, y muy caritativa, a pesar de la prohibición de su esposo de ayudar a los pobres. Cuando falleció en 1336 la enterraron en el monasterio de Santa Clara de Coimbra, por ella fundado. Tres siglos más tarde al abrir su tumba encontraron su cuerpo incorrupto y del sepulcro salía un fragante aroma a rosas, las mismas que su marido encontró en su halda al preguntarle que ocultaba cuando acudía a ayudar a los pobres. Fue canonizada por el Papa en 1625.
Patio de Santa Isabel visto desde la zona sur. Al fondo el lado norte donde se ubica la zona que ahora vamos a visitar.
El Patio de Santa Isabel tiene estructura tripartita (salón principal y dos galerías laterales), que será la estructura que veremos en todas la zonas que comprenden el Patio de santa Isabel: con planta rectangular, a cielo abierto, con albercas en los lados cortos, y rodeado de pórticos con diferentes tipos de arcos.
En la zona norte (al fondo de la fotografía) se sitúa la mezquita (a la derecha); y el Salón Dorado o del Trono, en cuyos extremos se abren dos alhanías o alcobas, todo ello precedido por un pórtico paralelo en forma de U, que prolonga sus alas laterales a ambos lados del jardín. Este tipo de disposición fue fundamental en el arte andalusí de los siglos XI al XV, influencia de la Dar al Mulk de Madinat al-Zahra.
Pórtico del lado septentrional.
Delante de las estancias donde se realizaban los actos protocolarios de la Corte (el salón del Trono), se abría un pórtico con grandes arquerías polilobuladas. Este pórtico tenía la misma estructura que el resto de las zonas que nos vamos a encontrar en el palacio islámico: un espacio central rectangular con dos estancias en sus extremos que se prolongan hacia el Patio de Santa Isabel a través de dos galerías laterales.
Lo más interesante de este patio son los arcos mixtilíneos, los cuales tienen su consolidación arquitectónica por vez primera en la Aljafería, siendo éste el gran aporte de este palacio a las futuras construcciones musulmanas y mudéjares, entre otras muchas novedades (os remito al artículo de Cabañero y Sala, ver Bibliografía). Como dice Bernabé Cabañero: “El arte desarrollado en la Aljafería constituye un eslabón de enlace entre lo cordobés y lo posterior almohade, merini y nazarí, que solo encuentra parangón en su época con los restos arqueológicos hallados en Balaguer (Lérida)”.
A la derecha de la fotografía vemos la entrada al Salón Dorado o de los Mármoles.
Sin ninguna duda, lo más llamativo del palacio islámico son las arquerías formadas por arcos mixtilíneos de gran belleza decorativa. Estos arcos fueron muy novedosos en la época tanto por su estructura como por su decoración.
Como señaló el historiador Christian Ewert en la Aljafería encontramos arcos de diseño más tradicional que fueron utilizados en las zonas “jerárquico-religiosas” del lado norte; mientras que los arcos más novedosos se localizaban en la zona sur.
También son interesantes los capiteles que podemos observar en todo el recinto. Unos de menor tamaño formados por dos filas de hojas que se enroscan hacia el exterior (influencia de la tradición cordobesa); y los de mayor tamaño, formados por tres filas con decoración vegetal y arquillos lobulados entrelazados.
En general presentan un orden corintio o compuesto con rica decoración de ataurique.
Vista del Salón Dorado o “Maylis al-Dahab”, desde el Pórtico Norte.
El salón Dorado o del Trono se abre al pórtico a través de una gran portada de cuatro vanos, formada por arcos de herradura sobre otros mixtilíneos entrecruzados que apoyan en columnas pareadas con capiteles corintios. Las columnas tienen basa ática, fuste liso y capiteles de orden corintio y compuesto.
Esta gran portada está flanqueada por dos arcos que también dan acceso al mencionado salón.
La entrada al salón del Trono a través de cuatro arcos lo encontramos únicamente en Zaragoza, en lo que se refiere a los reinos de taifa; ya que lo habitual era el uso de tres arcos, como fueron adoptados por los omeyas de Córdoba, y como lo podemos ver en la portada que da acceso en la zona meridional al salón perdido que hoy ocupa la sala de San Jorge.
Los cuatro arcos del Salón Dorado son arcos mixtilíneos entrelazados con nudos circulares en la clave de los arcos superiores y rica decoración en ataurique, pero son más sencillos de decoración que los del patio meridional que son mucho más ornamentados.
Vano lateral izquierdo del salón del trono. Se abre a través de un arco túmido, con trasdós polilobulado, y en su parte central una combinación de arcos mixtilíneos entrecruzados, sobre los que vemos arcos de herradura más sencillos. Sobre este vano, podemos ver restos de las pinturas que cubrían los muros (Historia de Jaufre).
Vano lateral derecho con la misma estructura que el anterior. A su lado se abre el oratorio. En la parte superior también se conservan restos de pinturas, pero éstas en peor estado que las anteriores.
Pinturas en el muro del lateral izquierdo, en donde se representa la “Historia de Jaufre” (en una carta de Pedro IV de 1352 se refiere a la “cambra morisca en cuyas paredes se encuentra pintada la historia de Jaufre”. Jaufre era un caballero de la corte de Leonor de Aquitania y participó en la Segunda Cruzada (1147-49), se enamoró de Libia, princesa de Trípoli, a quien escribió poemas y en cuyos brazos murió. La historia fue narrada por los trovadores provenzales.
En la pintura vemos un caballero desmontando de su caballo, en otra escena un hombre sobre una parihuela y una dama junto a una tienda de campaña.
Estas pinturas fueron restauradas por Alfonso Monforte.
Salón del Trono o Salón Dorado, al fondo la puerta oriental que comunica con la mezquita.
El salón del trono es una sala rectangular en cuyos extremos se abrían dos alcobas cuadradas de reducido tamaño o “alhanías”, siguiendo el ejemplo de los palacios califales cordobeses, “especialmente en al-Amiriyya”, la finca de recreo construida por Almanzor al oeste de Madinat al-Zahara. La de la izquierda sirve de pequeño museo; la de la derecha comunica con el oratorio.
Era una sala espectacular, que lamentablemente ha perdido casi toda la decoración que tuvo en su época.
Decoración del Salón del Trono. Museo Arqueológico de Madrid.
El salón estaba decorado por alabastro y en la zona superior había una inscripción con versos coránicos sobre la Creación. La decoración en ataurique que tapizaba las paredes de este Salón ha desaparecido en su mayor parte. Pero gracias a los restos conservados en el Museo Provincial de Zaragoza y en el Museo Arqueológico de Madrid, sabemos que las yeserías estaban policromadas en tonos azul cobalto, rojo cinabrio y verde en los fondos y en tono dorado en los atauriques.
Las decoraciones de la Aljafería forman el repertorio más completo y rico en cuanto a yeserías hispano-islámicas del siglo XI. En ellas encontramos piñas, flores, granadas, hojas de acanto siguiendo la tónica del arte en la época califal; así como elementos decorativos de época taifa como la “palma taifa”, palmetas, etc. Algunos de sus restos se conservan en el Museo de Zaragoza y en el Museo Arqueológico de Madrid.
Los atauriques que decoraban las paredes, los zócalos de alabastro y las soleras de mármol son admiradas en los documentos medievales que hablan de este suntuoso palacio en tiempos de al-Muqtadir bi-lláh.
La estancia de la izquierda u occidental, da paso a lo que hoy es un pequeño museo, en donde podemos ver restos del palacio musulmán. Son estancias de escasa profundidad. Durante la restauración llevada a cabo por Íñiguez se reconstruyó utilizando modelos en escayola de los restos que se conservaban. Esta portada, en su estructura, recuerda a las puertas omeyas de la mezquita de Córdoba.
La estancia de la derecha u oriental, como tal, ha desaparecido. Actualmente es la puerta que comunica con el oratorio y presenta la misma decoración que la anterior.
Los alfarjes que cubrían la estancia reproducían el firmamento y todo el salón “era la imagen del cosmos”. En ella estaban representados los símbolos del poder del monarca.
En el flanco oriental del pórtico norte encontramos el Oratorio. La restauración de este patio se ha realizado tomando como modelo los de Madinat al-Zahra de Córdoba.
Se accede al interior del oratorio a través de un arco de herradura y salmeres convexos, profusamente decorados, en cuyo intradós se observa una ornamentación de ataurique magnífica. Sobre él, arcos de medio punto entrecruzados. El arco está rodeado por una inscripción con caracteres cúficos.
Detalle del arco de entrada al oratorio.
Los capiteles que sostienen el arco de entrada al oratorio están decorados con elementos vegetales.
El estado del Oratorio antes de su restauración era lamentable. El restaurador Francisco Íñiguez Almech, eliminó la capa de cal con la que fue cubierta gran parte de su decoración tras la conquista de la ciudad por las tropas cristianas. También repuso la cúpula que cubría el oratorio, ya que la original fue derribada cuando los Reyes Católicos construyeron su palacio sobre las estancias del palacio norte.
Fotografía: Archivo Histórico Provincial de Zaragoza.
El interior del Oratorio es de planta cuadrada, en altura octogonal. Se trata de una estancia de pequeño tamaño, ya que era para uso exclusivo del monarca y de la Corte. En el lado sureste se abre, en arco de herradura, enmarcado por un alfiz, el nicho del mihrab orientado hacia el sureste, tiene la cúpula interior gallonada. Las proporciones del arco de herradura del mihrab son las típicas cordobesas. La rosa del arco del mihrab se decora con dovelas.
En la parte inferior hay un zócalo de alabastro con restos de inscripciones. Sobre él, una primera planta de arcos mixtilíneos, entrelazados en sus claves, ornamentados con un finísimo ataurique. Separa esta parte de la superior un friso con una leyenda cúfica de la Sura VI del Corán.
En los años ochenta, tras la muerte de Ïñiguez, el restaurador Peropadre se hizo cargo de la rehabilitación del edificio. En lo que se refiere a la mezquita, la restauración no fue positiva, ya que ignorando el estilo del arte islámico, realizó una actuación que trajo consigo la pérdida de las pinturas que en ella se descubrieron. Una verdadera pena.
Esta estancia aún conserva, a pesar de su restauración, el color negruzco adquirido tras ser utilizada como cocina cuando estaba instalado el cuartel.
La parte superior la forma una galería de arquillos lobulados con restos de decoración pictórica. Ya hemos comentado que fueron restaurados por Íñiguez. A través de ellos entra la luz del exterior.
La cúpula que podemos contemplar hoy en este oratorio fue diseñada por el arquitecto-restaurador Francisco Iñíguez, ya que la original fue arrasada en el siglo XV al construirse el palacio de los Reyes Católicos. El modelo que se tomó para su reconstrucción fue el existente en la maqsurah de la mezquita de Córdoba. Se trata de una cúpula de arcos de medio punto que se entrelazan formando un octógono en el centro.
Vista desde el Salón Dorado, al fondo el Patio de Santa Isabel y lado sur del palacio islámico. A la derecha podemos vislumbrar el arco que da acceso a la Escalera que comunica con el Palacio superior.
En el lado sur se abría al fondo un gran salón, precedido por un pórtico (todo desaparecido, los arcos que hoy podemos ver son reconstrucciones), de la misma manera que podemos contemplar en frente, en el lado norte; en donde se conserva la estructura original, aunque muy restaurada.
Patio de santa Isabel y al fondo el pórtico meridional. Esta zona del palacio tenía la misma estructura tripartita existente en el lado septentrional. Del lado sur solo queda la arquería de acceso de arcos mixtilíneos con decoración geométrica (fruto de la restauración llevada a cabo por Francisco Iñíguez, sacando moldes de yeso a partir de los restos que se conservan en el Museo Provincial de Zaragoza y en el Museo Arqueológico de Madrid).
Las dos galerías laterales que se extienden por el Patio de Santa Isabel, en época musulmana, constituían la zona donde se ubicaba la zona de servicio.
Patio de Santa Isabel, al fondo el lado Norte. En primer término la vegetación que cubre la alberca de este lado sur. A la izquierda los arcos que comunican con la galería que da acceso al palacio de los Reyes Católicos. A la izquierda la fachada lateral derecha (oeste).
Patio de Santa Isabel visto desde la alberca y zona sur. A la derecha la galería lateral izquierdo (Este) sobre la que se construyó el palacio mudéjar.
Restos de la Alberca meridional, situada en el Patio de Santa Isabel. Esta alberca es la original del palacio musulmán. Realizada en sillar de piedra caliza. Se utilizaba para regar el jardín y también como motivo ornamental.
Delante de los dos pórticos del patio musulmán, el septentrional; y el meridional, existían dos albercas rectangulares, perpendiculares al eje del gran patio, uniéndose ambas a través de un canalillo. Gracias a las restauraciones llevadas a cabo por Pemán y Franco entre 1996-1998 se recuperaron los restos de las albercas originales del palacio islámico.
Solo se conserva la del lado sur, que es la que vemos en la fotografía, la del lado norte se reconstruyó, pero hoy está cubierta por una tarima de madera.
En la historia de la Aljafería no podemos olvidar la figura del arquitecto Paulino Savirón, miembro de la recién creada Comisión de Monumentos de Zaragoza. Sus esfuerzos por salvar la Aljafería al ser convertida en cuartel, trajeron consigo el traslado de elementos del palacio árabe (arcos, capiteles, yeserías), tanto al Museo Provincial de Zaragoza como al Museo Arqueológico de Madrid. En 1867 la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Zaragoza donó al museo madrileño dos arcos de la arquería meridional del palacio árabe y un óculo de la antigua capilla de san Jorge. El salvar estas piezas supuso un gran acierto, ya que se realizaron moldes de yeso de los arcos originales, y este hecho hizo posible que el restaurador y arquitecto Iñíguez Almech pudiera rehabilitar este magnífico pórtico.
La reconstrucción de estos arcos se realizó en base al vaciado de los fragmentos conservados (Museo de Zaragoza y Arqueológico de Madrid), respetándolos en su integridad, y reconstruyendo totalmente los arcos a partir de estos restos originales. Este pórtico Sur del patio de Santa Isabel es único en la arquitectura musulmana, por lo caprichoso y difícil de sus entrecruzamientos de arcos y en la riqueza de sus atauriques.
Son arcos polilobulados y entrecruzados de gran anchura, decorados con lazos y elementos vegetales, en cuya parte superior, la parte en la que se cruzan los arcos entrelazados descansa en esbeltos pilares con dos columnas arrimadas.
Vista de la alberca y de los arcos del pórtico sur.
Galería sur, por la que se accede al actual Salón de san Jorge. En esta zona solo se ha reconstruido el pórtico meridional y sus dos estancias laterales, como ya hemos dicho. Es indudable que este espacio porticado daba paso a un gran salón, de las mismas características que el que hemos visto en el lado Norte. Toda esta zona meridional fue demolida para construir la capilla mudéjar de san Jorge (según dicen en ella se guardó el Santo Grial que Martin I, en 1399, hizo traer a la Aljafería desde San Juan de la Peña). La mencionada capilla fue también derribada en 1867, cuando este palacio se convirtió en cuartel.
Portada del muro meridional.
Da acceso a la estancia donde se ubicaba la desaparecida capilla de san Jorge, hoy “Sala de san Jorge”, esta estancia se ha adecuado como museo, en donde podemos ver los restos del palacio musulmán que se conservaban en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Se abre al patio de santa Isabel a través de una arquería de tres tramos. Esta arquería fue una reconstrucción llevada a cabo por el restaurador Iñíguez, copiando los restos que se conservaban en el Arqueológico de Madrid, hoy los podemos contemplar en el interior de esta sala de san Jorge.
Interior del espacio de san Jorge, en el que hoy en día se conservan algunos restos de la antigua capilla y del pórtico sur del palacio taífa. Entre los que podemos destacar los dos arcos de yeso lobulados de la antigua arquería sur del palacio musulmán, el rosetón de la antigua capilla de san Jorge y varios capiteles islámicos.
En la fotografía podemos ver uno de los arcos del pórtico meridional que fueron donados al Museo Arqueológico de Madrid, como os he comentado anteriormente. Allí se podían ver (dos arcos), hasta que en el año 2008 con ocasión de la Exposición Internacional celebrada en Zaragoza, estos restos fueron cedidos a la ciudad. Una vez terminado el evento, el Arqueológico reclamó su devolución, pero afortunadamente los arcos siguen en Zaragoza, en el lugar para el que fueron construidos y donde deben quedarse.
Se trata de un arco formado por trece lóbulos, sobre los que hay siete arquillos que tienen a su vez, cinco lóbulos. Sobre ellos una decoración en ataurique (ornamentación vegetal) y cuatro medallones con gallones. El arco se apoya en dos columnitas con capiteles. Tanto éste arco como el que luego veremos nos puede dar idea de la magnífica decoración que desapareció de un plumazo por las “mentes bien pensantes” de aquella época.
El otro arco lobulado, que se conservaba también en el Arqueológico madrileño, tiene siete lóbulos, sobre los que cabalgan otros arquitos menores que se entrecruzan. Asimismo está decorado con decoración de ataurique.
El único resto que se conserva de la antigua capilla de san Jorge es este rosetón de yeso que fue donado en 1869 por la Comandancia del Cuerpo de Ingenieros, a través del arquitecto Paulino Savirón, al Museo Arqueológico de Madrid.
Se trata de un rosetón cuya parte central se decora con un círculo de influencia islámica consistente en un lazo de cinco formado por arcos de lóbulos. Dicho círculo está rodeado por ocho círculos con el interior en cuadrilóbulo, ya dentro de un estilo gótico.
Capitel de orden compuesto. Segunda mitad del siglo XI. Actualmente conservado en la Sala de san Jorge fue uno de los restos que se donaron en el siglo XIX al Museo Arqueológico de Madrid.
Capitel de orden corintio. Segunda mitad del siglo XI. Actualmente conservado en la Sala de san Jorge fue uno de los restos que se donaron en el siglo XIX al Museo Arqueológico de Madrid.
Salimos del salón de san Jorge y nos encaminamos por la galería occidental del Patio de Santa Isabel, hasta llegar a la entrada que nos permitirá acceder a la segunda planta y a la escalera real para visitar el Palacio mudéjar y el palacio de los Reyes Católicos.
Entrada a la zona cristiana. En este pequeño trabajo solo vamos a contemplar la parte islámica de la Aljafería. En otro estudio desarrollaremos el resto de las dependencias cristianas, pero tenemos que visitar alguna de ellas para contemplar los restos que en ellas podemos admirar.
Estamos en la conocida como Sala Baja del Palacio mudéjar o Sala de Recepciones, dentro del palacio mudéjar. Esta sala, de época del rey Pedro IV (1319-87) nos interesa visitarla porque en ella está adosada la Torre del Trovador, cuyo muro exterior vemos al fondo.
Ya hemos comentado en varias ocasiones que la torre es la parte más antigua del Palacio de la Aljafería. Se fecha en el siglo IX, anterior al palacio construido en el siglo XI, bajo la dinastía de los Banu Hud. Y cuando Pedro IV realizó las obras de construcción del palacio mudéjar, integró esta torre en el mismo.
Delante podemos ver la estructura que se construyó para resguardar el pozo-aljibe, de la misma época que la Torre.
En la misma estancia encontramos un aljibe de época musulmana. Tiene acceso desde la Torre del Trovador por un corredor subterráneo, hoy lo podemos contemplar, aunque originariamente estaría cubierto con una bóveda de ladrillo, que se derribaría al construir el palacio mudéjar.
Este primitivo aljibe, de grandes dimensiones, había permanecido en uso hasta bien entrado el siglo XX, siendo cegado posteriormente. El aljibe tenía una escalera de piedra que bajaba en espiral hasta el fondo, ya desaparecida.
Se tienen noticias de que este pozo es tan profundo que llega hasta la capa freática del río Ebro. Gracias a este pozo los habitantes del palacio tenían agua suficiente para subsistir.
La zona oriental de esta estancia aprovecha la primera planta de la Torre del Trovador como muro de cierre, en la parte superior se ha cerrado con ladrillo revocado.
Actualmente se puede acceder a la Torre del Trovador por su tercer piso a través de uno de los salones de la planta superior del palacio mudéjar (en la fotografía vemos al fondo la puerta que comunica ambos recintos). Este acceso fue abierto durante la reforma que el rey Pedro IV realizó en el siglo XIV, quien comunicó esta torre con el palacio, ya que en un primer momento el acceso a esta torre defensiva se verificaba por medio de una escala portátil. Vemos al fondo a la izquierda un pequeño vano por el que podemos acceder a la tercera planta de esta Torre.
En el año 2000 se concluyeron los trabajos en la Torre del Trovador, y en palabras del restaurador Mariano Pemán: "Hemos tratado de devolver la estabilidad a la torre empleando en cada planta los materiales de la fábrica original gracias a una gran labor de estudio por parte de especialistas. Ha sido un trabajo muy bonito".
Los muros de esta torre son de gran grosor, disminuyendo en altura. Los dos primeros pisos tienen la misma estructura, dividida en dos naves y seis tramos por grandes pilares cruciformes de los que arrancan arcos de herradura rebajados (esta misma estructura la podemos ver en la torre del homenaje de la alcazaba de Granada del siglo XIII).
En estas estancias, lavadas con yeso en la restauración de Íñiguez, no encontramos elementos decorativos, a excepción de las pinturas que se realizaron en el techo de la tercera planta.
En la tercera planta, también de época taifal, podemos ver en los techos inscripciones pictóricas con caracteres cúficos que repite la leyenda: “El Imperio es de Alláh”.
Detalle de la inscripción.
En cada una de las esquinas del techo central una serie de motivos geométricos y estrellados con los nombres de Amor, Eneas y Venus, que datan del siglo XIV.
Como curiosidad, ya os he comentado, que esta torre sirvió de prisión para la Inquisición. En una esquina de la torre del Homenaje podemos ver graffitis que hicieron los prisioneros que en ella estuvieron cautivos en el siglo XV o en las guerras que sucedieron en los siglos XVIII y XIX. El resto de los pisos de la Torre fueron realizados en tiempos de Pedro IV en el siglo XIV.
Hasta aquí este pequeño trabajo sobre uno de los monumentos más importantes de Zaragoza, y tan desconocido para muchos zaragozanos. Hoy hemos volado por el antiguo palacio musulmán; queda pendiente el estudio de los restos del palacio mudéjar de Pedro IV y del alcázar de los Reyes Católicos que os presentaré en un próximo vuelo.
Os pongo un vídeo "casero" que hice (música de Kevin Macleod: Silver flute), donde podéis contemplar este precioso lugar. Solo pediros que lo visitéis. En muchas ocasiones desconocemos las joyas que tenemos en nuestra propia ciudad, y este edificio os aseguro que es una verdadera joya.
Hasta el próximo vuelo.
Bibliografía:
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-Rehabilitación llevada a cabo por Pemán Y Franco:
https://www.pemanyfranco.com/aljafera
Os pongo el enlace de la Diputación por si queréis saber horarios, etc.:
http://www.cortesaragon.es/La-Aljaferia.47.0.html?&no_cache=1