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Obras de Francisco de Goya en la National Gallery de Londres.

“Goya fascina, hechiza, absorbe a quien se acerca a su obra, atrapándole y estremeciéndole con tal intensidad que no queda más remedio que intentar comprender al artista y cantar su obra.


(Juan José Gómiz León).


La National Gallery de Londres conserva entre sus fondos cinco excelentes cuadros de Goya situados en la sala nº 39. Tres retratos: el del pintor y coleccionista Andrés del Peral, el de Isabel de Porcel (pintado sobre otro retrato anterior), y el del Duque de Wellington. Y otras dos obras más: el boceto para tapiz: “La merienda”, y una escena de “El hechizado por fuerza”, pintada para el duque de Osuna.

Empezaremos este pequeño estudio con el boceto para tapiz, pintado en 1787 destinado a decorar el dormitorio de las infantas en el Palacio Real de Madrid, junto con otros como la “Pradera de San Isidro”, ”el Gato acosado ,”la ermita de San Isidro”, la “Gallina Ciega” (que si se llevó a cartón y a tapiz), y este boceto que encontramos en la National Gallery. El tapiz de la “merienda campestre” no se llegó a realizar, ya que el rey Carlos III murió el 14 de diciembre de 1788 dejando inacabado el proyecto. Este boceto se lo compró a Goya el duque de Osuna para decorar su palacio El Capricho, situado a las afueras de Madrid. Posteriormente, debido a su situación económica, lo vendió a la National Gallery.


En la escena se representa, utilizando una composición triangular, a cinco hombres, en diferentes actitudes, acompañados de dos mujeres merendando en el campo. Tras ellos un paisaje con árboles frondosos impiden ver el horizonte. Se puede observar la pincelada rápida en la composición, un alegre colorido y una gran expresividad en los gestos de los representados, como en el joven tirado en el suelo totalmente embriagado, y en el joven, con una copa en la mano flirtea con la joven que se halla sentada en el centro de la escena. Personajes que están dentro del estilo rococó.

La segunda obra que vamos a comentar es “El hechizado por fuerza” o la “lámpara del diablo”. Es uno de los seis cuadros de brujerías que Goya pintó en 1798 para el gabinete de la duquesa de Osuna de su palacio “El Capricho” ( “el convidado de Piedra”, “el hechizado por fuerza”, ”el conjuro”, “el Aquelarre”, “la cocina de los brujos”, y “brujos en el aire”). Allí se reunían frecuentemente artistas, toreros, actores e intelectuales, conversando entre otros temas de brujas y demonios, cuestiones muy en boga en esos momentos.


En ella, Goya, representa una de las escenas del Acto II de la comedia “El hechizado por la fuerza”, obra muy popular en aquella época, escrita por Antonio Zamora. En la esquina derecha, vemos parte del cuaderno del apuntador en el que podemos leer: “LAM DESCO”, primer verso que recita el aterrorizado cura: “Lámpara descomunal/ cuyo reflejo civil/ me va a moco de candil/ chupando el óleo vital/…”

La escena se desarrolla en la tenebrosa habitación de una bruja, en cuyo centro podemos ver al cura don Claudio, personaje tacaño, glotón y supersticioso sosteniendo en su mano derecha una alcuza con la que llena sin parar la lámpara que sujeta el demonio, representado como un macho cabrío; mientras, el aterrorizado sacerdote, se tapa la boca con la mano izquierda para que el diablo no entre en su interior. Su temor es debido a la creencia de que si el aceite de la lámpara demoniaca se termina, él morirá.


Al fondo tres burros (símbolo de la ignorancia) bailan apoyados en sus patas traseras, siguiendo el texto de la obra: “Una danza aquí se alcanza a ver, aunque no muy bien. De borricos; yo sé quien Pudiera entrar en la danza”.


En esta obra Goya realiza una denuncia irónica de las supersticiones populares fruto de la incultura existente en su época.

El primer retrato que vamos a comentar representa a Lord Arthur Wellesley, duque de Wellinton (1769-1852), general ingles al mando de las tropas británicas que lucharon en España contra los franceses. El retrato fue pintado hacia 1812 durante una corta estancia del duque en Madrid. Fue adquirido en 1961 por la National Gallery en una subasta en Sotheby’s; siendo robado en ese mismo año y devuelto en 1965. Es un retrato de medio cuerpo, representado con una casaca roja de militar.

El rostro está realizado con gran precisión, con pinceladas delicadas y compactas. Representa al militar mirando directamente al espectador y transmitiendo su inteligencia, gran serenidad y satisfacción por sus múltiples victorias.


En la casaca la pincelada se vuelve más empastada, para representar las diversas condecoraciones que penden de su cuello y lleva prendidas en su pecho. Entre ellas, colgando de su cuello el Toisón de Oro, la cruz de oro militar; la banda rosa y la estrella superior pertenecen a la Orden del Baño; la estrella inferior izquierda pertenece a la Orden portuguesa de la Torre y la Espada; y la estrella inferior derecha a la Orden de San Fernando.


Otro gran retrato es el del pintor y coleccionista de arte Andrés del Peral, buen amigo de Goya. Su magnífica colección de arte fue adquirida en 1808 por Carlos IV (algunas de esas obras de arte se conservan hoy en el Prado).


Lo representó sentado en una silla, de medio cuerpo y mirando fijamente hacia el espectador. Su mano derecha se oculta dentro de su chaleco, mientras apoya la izquierda en su cadera (hay que tener en cuenta que las obras eran más baratas si no se pintaban las manos).


Goya lo realizó entre 1797-98, exponiéndolo en la Academia de San Fernando en agosto de 1798. La nieta de Peral vendió la obra al marqués de la Vega-Inclán, pasando posteriormente a la col. Gastón Linden de Paris. En 1902 lo adquirió sir George Donaldson, donándolo éste a la National Gallery en 1904.

Pintado sobre un fondo neutro, va vestido a la moda que se había impuesto en Francia hacia 1790, con una casaca de color gris plata de grandes solapas, y chaleco blanco de satén con detalles azules. Lleva anudado al cuello un corbatín en forma de pañuelo, con un nudo amplio.

Andrés del Peral mira fijamente hacia el espectador con gesto serio y orgulloso. Es de destacar la pincelada suelta, con una gama cromática que va desde el negro, gris y blanco, expresando con ello el carácter sombrío del retratado.

Detalle de su penetrante mirada. En su cara podemos vislumbrar una lesión del nervio facial izquierdo, por ese motivo la comisura de sus labios se inclina hacia un lado, presentando una asimetría facial.

La última obra que veremos es el magnífico retrato de Isabel Lobo Velasco (se sabe por la inscripción en el reverso del lienzo). Nacida en Ronda en el año 1780, fue la segunda esposa del liberal Antonio Porcel, socio de Gaspar Melchor de Jovellanos y protegido de Godoy. Parece que el pintor, agradecido con el matrimonio Porcel por haberle acogido en su casa de Granada durante unos días, les hizo dos retratos hacia 1804-1805; el que estamos contemplando, y otro de Porcel, que se perdió en un incendio en el año 1953. El retrato de Isabel Lobo fue expuesto en 1805 en la Academia de San Fernando.


Representada de medio cuerpo y girando la cabeza hacia su izquierda. Este hecho era algo inusual en Goya que siempre pintaba al retratado mirando hacia el espectador. Isabel Lobo muestra la gran seguridad y personalidad que tenía, acentuada por la disposición de sus brazos, el izquierdo en jarras, y el derecho apoyado en su halda.


Destaca sobre un fondo verde, vestida con una falda negra o basquiña; y corpiño rosado con mangas estrechas, sobre una camisa de seda blanca. Se cubre con una gran mantilla negra, al estilo de las majas madrileñas.


Este retrato fue vendido hacia 1887 por la familia Porcel y Zayas de Granada a don Isidro de Urzáiz Garro, pasando posteriormente a Andrés de Urzáiz, el cual lo vendió al Museo en 1896 por una cantidad equivalente a los 565 euros actuales.


En un examen profundo con rayos X de la obra en 1981, se descubrió que el pintor había realizado el retrato sobre otro representando a un hombre con traje de rayas (para algunos el mismo Antonio Porcel).


Durante la exposición de retratos de Goya celebrada en la National Gallery en el año 2015-2016, esta obra se puso en entredicho. Tanto el comisario de la exposición, Xavier Bray, como la conservadora de pinturas italianas y españolas de la National Gallery, Letizia Treves, afirmaron que puede tratarse de una obra que no corresponde a Goya; y que el verdadero retrato goyesco pudiera ser el que se encuentra debajo del de Isabel. El cuadro fue retirado de la exposición, pero tengo que decir, que aunque desconozco el estado actual de la cuestión, en mi visita del 9 de junio de 2016 a la National Gallery de Londres, el retrato de Isabel Lobo se encontraba en la sala dedicada a Goya, pero en el letrero informativo de la obra ponía textualmente: “despite being painted with great flair and long considered one of Goya's most dazzling portraits, some scholan have recently cast doubts over the painting's authorship”( “a pesar de ser pintado con gran talento y considerado durante mucho tiempo uno de los retratos más deslumbrantes de Goya, algunos expertos recientemente han arrojado dudas sobre la autoría de la pintura”).


Quedamos a la espera de la decisión de los expertos.


Nos presenta a una bella mujer, con facciones angulosas y una tez nacarada. Sus grandes ojos hacen juego con sus cabellos castaños claros, recogidos y cubiertos con la fina mantilla, sostenida por una peineta de teja baja.

Ya Camón Aznar comentaba que este retrato era el más representativo de la mujer goyesca. Nos muestra a una joven de la alta burguesía que tiempo después lucharía contra las tropas napoleónicas en Cádiz, donde se trasladó la familia Porcel al llegar los franceses a la capital de España. En Cádiz su marido fue elegido diputado a Cortes. Con la llegada del rey Fernando VII, Isabel y su esposo, liberales convencidos, sufrieron su poder absoluto. Pero con la era constitucional la familia mejoró en su posición.

Goya nos muestra la riqueza de las telas. Destacando una pincelada suelta y segura, mostrándonos la finura del encaje de la mantilla; la cual le cae sobre los hombros. Para algunos expertos, a pesar de ello, en esta obra echan en falta la minuciosidad y preciosidad de la que el pintor hizo gala en otras obras.

En cuanto a los aspectos técnicos, destaca el contraste entre los encajes de veladuras de la mantilla y los matices de seda de la camisa, que se transparentan también bajo la gasa negra.



Hasta aquí nuestro vuelo por la sala 39 de la National Gallery londinense. Un verdadero gusto ver la obra de un paisano tan querido y admirado, nuestro Francisco de Goya y Lucientes.



BIBLIOGRAFÍA:


-Catálogo de la obra de Goya:

http://www.fundaciongoyaenaragon.es/goya/obra/catalogo


-JOSÉ VALVERDE MADRID: “Cuatro retratos goyescos de la sociedad madrileña”. Anales del Instituto de estudios madrileños, tomo XXX, Madrid, CSIC, 1991:

http://155.210.60.69/InfoGoya/Repositorio/Partes/Valverde1991_CuatroRetratos.pdf


-JUAN JOSÉ GÓMIZ LEÓN: “Goya (1746-1828). Su vida y sus obras, familia y amistades. Circunstancias de su tiempo y semblanzas de los personajes más relevantes. Revisión actualizada para un ensayo de biografía integrada”, Madrid, MMX.


-FLORENCIO E ISIDORO MONJE GIL:”La pintura de Goya y las deformidades de dentofaciales). Barcelona, Ed. Lunwerg, 2011.


-Noticia sobre la falsedad del retrato de Isabel Lobos:

http://valenciaplaza.com/la-national-gallery-sacrifica-un-goya; http://www.nationalgallery.org.uk/isabel-de-porcel.


-Noticia del robo de retrato del duque de Wellington: http://hdnh.es/caso-goya-el-duque-de-wellington-desaparecido/

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